Capítulo 22

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Varios minutos de silencio hacen que Vesta y Fey se sientan un tanto incómodos por la situación. Cuando Vesta se decide por romper el silencio, Fey se adelanta.

—Lo siento.

Vesta permanece en silencio sin saber que decir ante eso.

—No fue mi intención hacerte enojar. Es solo que...

—¿Por qué finges estar bien cuando no lo estás?

—Bueno, la verdad es que no me gusta hacer que los demás se preocupen por mí. Me hace sentir que soy una molestia.

—No eres una molestia, Fey. Tú nos estás ayudando.

—Sí, bueno...

—¿Por qué esos hombres te golpearon? —Fey baja la mirada.

—Yo... Digamos que lo merecía —Vesta lo mira confundida —Me metí en problemas con esos hombres por ser un idiota hace un tiempo atrás.

La mirada espectante de Vesta hace que Fey se sienta un tanto nervioso; pero también un tanto más cálido, como si pudiera confiarle lo que fuera. Incluso aquel secreto que esconde.

—Está bien. Te lo diré —Dice Fey —Yo...

—Sabía que no podías haber ido tan lejos. —Cuatro hombres a caballo aparecen frente a ambos. —¿Creíste que te salvarías tan fácilmente?

—Déjala fuera de esto. —Dice Fey, colocándose de pie intentando ocultar el dolor del movimiento.

—Fey...

—Sal de aquí. No quiero que te hagan daño.

—Que lindo, "Fey". Haciéndose el héroe como siempre para impresionar a la primera chica que se le cruza en el camino.

—Marcus, yo...

—Cierra la boca. Ahora acabemos con esto de una vez por todas —El sujeto mira a Vesta —Y descuida, cuidaré bien de tu chica.

—Ni se te ocurra... —Fey cae de rodillas al recibir un golpe en el estómago.

Al verlo, la respiración de Vesta se acelera. Tiene miedo. Le parece tan injusto que Fey sea golpeado, que no puede evitar interponerse entre Fey y su agresor para protegerlo.

—¡Vesta!

El grito de Fey llama la atención del demonio que camina lejos de los demás. Puede sentir ese disturbio en el ambiente. Pero más importante, puede oler el miedo de Vesta.

—Recuerda lo que la bruja dijo —Dice Lonch, mientras sigue a Borja de cerca.

—A la mierda con la regla de la bruja.

—Pero...

Ambos demonios ven cómo Fey es golpeado mientras un par de hombres sujetan a Vesta, quien no deja de llorar ni de rogarles que lo suelten.

Aquello hace enfadar a Borja. Eso y el ver que Mirilia no hace absolutamente nada por ayudarla.

—Si lo haces, la bruja vendrá por nosotros. —Dice Lonch —Quiero disfrutar un poco más de estar afuera.

Borja acaba clavando una rodilla en la tierra mientras estira sus brazos para separar sombras en forma de lobos.

Si bien ya se había mostrado ante esos hombres como un demonio. Quizás esta vez podría hacerlo menos "traumático". Pero tan pronto como sus sombras comienzan a salir, el demonio las detiene.

—Vesta...

En medio de aquellos gritos desesperados de Vesta para intentar hacer que se detengan, su cuerpo comienza a cubrirse de tenues llamas azules casi imperceptibles.

—¡Ya basta!

En el último grito, Vesta deja salir su magia.

—¡¿Pero qué?! —Ambos hombres la sueltan dejándola caer de rodillas —¡Marcus! —El mencionado la mira pasmado.

—Es una... —Su voz tiembla ante el miedo —Una bruja.

Al oír esa palabra y la forma en cómo lo dijo, Vesta recuerda ese momento en el que aquello soldados atacaron el bosque y sellaron a Borja.

—Tenemos que...

—No harán nada —Dice la joven —Porque no sabrán lo que pasó. —Ríe divertida.

Vesta extiende sus llamas hasta envolver a cada uno de los hombres. Entonces comienza a acercarse lentamente al primero sin dejar de mirarlo a los ojos.

—Borja, saca a Fey de aquí. —Fija sus ojos en él.

En su mirada, Borja se da cuenta de que algo anda mal. En todo este tiempo que Vesta tiene aquella magia, nunca había hecho algo como eso.

En sus ojos puede ver seriedad, firmeza, frialdad, ni una sola gota de miedo. Definitivamente esa no es la Vesta que él conoce.

Borja acaba obedeciendo a la joven bruja, sujeta a Fey del brazo y lo obliga a levantarse, ignorando su expresión sorprendida por ver la situación. Los demás demonios lo siguen excepto Mirilia.

—No te saldrás con la tuya, bruja —Vesta ríe divertida ante sus palabras. —Alguien encontrará nuestros cuerpos y entonces...

—¿Y qué te hace pensar que los mataré? —El hombre la mira confundido.

—No los voy a matar, yo no hago eso —Vesta sonríe cerca de los labios del hombre, quien comienza a perderse en sus ojos —Solo les haré un pequeño "engaño".

—Un... ¿Engaño?

—Olviden lo que acaban de ver. Olviden que soy una bruja y lo que sea que tengan pendiente con el humano llamado Fey. Olviden que vieron a un demonio en ese callejón y vuelvan a su hogar. Olviden. Olviden...

Poco a poco, los cuatro hombres caen dormidos a los pies de Vesta. Y tan pronto como sus llamas se disipan, el cuerpo de Vesta se siente débil y cansado.

—¡Vesta! —Mirilia corre para detener su caída —¿Estás bien?

—Yo... Supongo que también tengo algo que confesarle a Fey.



El Bosque De Los demonios (3): La Búsqueda De Vesta Where stories live. Discover now