HERO| HARRY POTTER [#1]

Capítulo veinticinco.

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CASSIOPEIA DIGGORY
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Lunes 21 de agosto
de 1995.

EL DÍA FINALMENTE había llegado. Era el día en el que Harry se enfrentaría a ciertos miembros del Ministerio de Magia, quienes los juzgarían por hacer uso de la magia en aquel fatídico día en que unos dementores se cruzaron en su camino

Y Cassiopeia estaba temblando de los nervios. Aquella mañana se había despertado más temprano de lo habitual, solo para descubrir que Harry ya no estaba a su lado. La noche Cassiopeia se había refugiado en las sábanas de Harry debido a los nervios que le impedían conciliar el sueño. Y fue en la cocina, donde se encontró con una Señora Weasley igualmente nerviosa, quien le informó que él y su esposo habían salido hace horas.

     —Debemos estar tranquilas, —dijo Hermione agradeciendo el plato que le había extendido la señora Weasley de huevos revueltos, tocino y tostadas, quien se había unido a ellas luego de unos minutos—no hay nada por lo que preocuparse, quiero decir, si, Harry uso magia cuando no debía fuera del colegio... ¡pero fue en su defensa! Había dementores, y atacándoles a su primo y a él, era necesario usar magia... aunque bueno... realmente no había nadie que pudiera comprobarlo, y...

     —¿Estas tratando de tranquilizarme?

     —¿Algo así?

Cassiopeia negó con la cabeza, apartando levemente el desayuno que la Señora Weasley le había dejado: —No puedo ni comer.

—¡Provecho! —dijo Fay, tomando el plato de Cassiopeia y acercándolo a sí misma.

—Estoy segura de que no se haría gran cosa con lo de Harry si no fuera por el Ministerio tratando de desacreditarle todo. — volvió a hablar Hermione negando con la cabeza desaprobando al Ministerio—Además...

Hermione se detuvo al levantar la vista hacia la puerta de la cocina, donde Elizabeth Black había aparecido. Hace unos días, Dumbledore había traído a dos nuevas inquilinas a la casa: Elizabeth Black, hija de Regulus Black y prima de Fay, y Edlynne Rosier, la fría Slytherin.

La señora Weasley no había revelado mucho por sus presencias. Explicó que era de suma importancia que se quedaran allí, rogando por una cálida bienvenida. Mientras que algunos no estaban contentos con su presencia, Cassiopeia no se sentía molesta; Elizabeth era educada y, a pesar de preferir los libros, no era desagradable. Edlynne, por otro lado, pasaba desapercibida la mayor parte del tiempo.

Además, por supuesto, que estaba agradecida con Edlynne por la charla que habían tenido hace unos días. Podía a llegar a considerarla amiga si no fuera por que esa fue la primera y última conversación entre ambas.