HERO| HARRY POTTER [#1]

Capítulo veintiséis.

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CASSIOPEIA DIGGORY
Un poco de calor
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Lunes 4 de septiembre de 1995.

           HARRY REFUNFUÑÓ, tomando un sorbo de su taza de chocolate caliente. Sus ojos verdes fijos y (aunque quería demostrar que no) completamente interesados en Hermione leyendo el periódico "El Profeta".

     Aquel periódico le estaba trayendo tantos problemas como los años anteriores. En estos momentos, debido a sus sartas de mentiras, Seamus y otros de sus compañeros en el colegio, habían decidido alejarse de él.

     Harry volvió a quejarse por lo bajo al recordar al que creía un amigo escapar de él por la mañana, como si tuviera la peste.

      Una mano, más cálida de lo habitual (pero sin dejar de ser reconfortante), se posó en su mejilla, haciendo girar su rostro hacia Cassiopeia. Sus ojos, tan expresivos hacia él como siempre, le miraban en comprensión.

      —Se lo que estás pensando. —Dijo con calma, aún sin dejar su rostro ir—Olvídate de Seamus, y cualquiera que no tenga autocrítica para generar un pensamiento más allá de lo que un periódico de poca monta pueda decir. No lo valen.

      Harry hizo una mueca en un intento de sonreír. En cierto punto tenía razón, ¿porque le estaba importando la opinión de alguien que no podía generar sus propias ideas? ¿Realmente valía preocuparse cuando sus amigos seguían allí a su lado?

     El joven de lentes pasó su mano por uno de los rebeldes mechones de su novia, colocándolo detrás de su oreja. En el momento en el que iba a agradecerle por sus palabras, frunció el ceño.

     —Cass, —mostró preocupación, guiando su mano a la frente de la joven—estás ardiendo. ¿Tienes fiebre?

     — ¿Eh? Puede ser que me haya sentido algo mal al despertar... —respondió con tranquilidad tocándose el rostro para comprobar su temperatura.

      — ¡No puede ser! —exclamo Ron interrumpiendo la conversación— ¡Binns, Snape, Trelawney y Umbridge en un solo día! Espero que Fred y George se den prisa y se pongan a fabricar ese Surtido Saltaclases...

      —¡Ron deja de decir eso! —exclamo indignada Hermione—Se supone que eres un prefecto, no puedes apoyar lo que hacen, y más aún cuando los chicos de primero están metidos en ello. Deberíamos decirles algo a ellos y a cualquiera que esté implicado.

      Mientras tanto, Cassiopeia tomó un sorbo de su té, tratando de ocultar su nerviosismo tras la taza humeante. Aquella mañana, en el tablón de anuncios de la sala común, había un letrero hecho a mano por los gemelos Weasley, ofreciendo dinero a cambio de probar sus dulces mágicos, y lo que lo hacía aún más tentador, lo presentaban como un trabajo "prácticamente indoloro".