HERO| HARRY POTTER [#1]

Capitulo dos.

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CASSIOPEIA DIGGORY
No es un Grimm

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Miércoles 02 de febrero de 1994.

CASSIOPEIA SE HABÍA DESPERTADO bastante temprano aquella mañana.

Usualmente eso no era un problema, dado que se le había hecho costumbre. A veces, cuando sabía que era lo suficientemente temprano para que el Gran Comedor este abierto y la comida puesta en las mesas, agarraba un libro y se ponía a leer alguno de los libros de pociones, encantamientos o herbología.

Cuando se trataba de estudiar le gustaba hacerlo a escondidas. Desde pequeña se encerraba y leía miles de libros, adquiriendo conocimiento por montones sin que los demás descubran su esfuerzo. Le gustaba, de alguna obsesiva forma, como los demás a su alrededor creían que era un genio, super inteligente.

Ya que su padre no les había dado la atención suficiente a sus esfuerzos, adquirió una inmensa necesidad por los halagos ajenos.

Si supieran el esfuerzo que ponía para serlo. Los nervios que le agarraba cuando se aproximaba un examen y la falta de confianza en esos mismos. Si tan solo supieran.

Por eso, cuando escucho a Hermione deslizar las colgaduras de su cama, cerro el libro que estaba explicándole como realizar un Filtro de Paz y corrió las suyas de igual forma.

—Buenos días, —bostezo Hermione aun con el cabello revuelto—¿ya estas lista?

Cassiopeia se miró a sí misma, uniforme impecable, leve maquillaje y peinado; dos trenzas en los costados de su rostro que se unían por detrás, dejando un par de mechones para no quedar tan estructurada: —Si, venga prepárate que te espero―ofreció levantándose de un salto para dar unos pasos hacia la puerta.

—¿Crees que debamos despertarla? —inquirió Hermione viendo las colgaduras de la cama de Fay aun en su sitio.

—Inténtalo, pero veras como se te hace una eternidad. Es muy complicado despertarla, ―lo pensó un segundo― a menos que tengas un buen chisme para contar.

Siendo la terca que es, Hermione le llamo un par de veces sin respuesta alguna, y viendo cómo se retrasaba corrió a prepararse. Después de unos minutos las colgaduras de Fay comenzaron a sacudirse, y un quejido a escucharse.

—¿Cass? —la cabeza de Fay se asomó entre las colgaduras, sus cejas fruncidas y un ligero mohín decoraban su rostro.

—Aquí estoy, ¿cómo está la bella durmiente?

—Mhm—pareció pensarlo—, aun respirando.

—Lo tomare como un "bien", ahora cámbiate, con Herms estábamos por irnos a desayunar, lo que implica comida.