Incendios, brujas y viajes en el tiempo.
El amor de su vida pasada viajará hasta su época para reencontrarse con ella en el purgatorio del mundo demoníaco.
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PRIMER NOVELA DE LA TRILOGIA: "LOS BRUJOS DEL NOCTUM".
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Demetrie tomó la cuerda y tiró de ella sin inmutarse. La escalerilla se deslizó entre ambos chicos y, entre risitas nerviosas y de complicidad, subieron a trompicones, con Bridget por delante.
-No sabía que Baudelaire permitía castigos mixtos. -comenzó Bridget.
-No los permite, en realidad.
- ¿Y qué haces aquí? -Bridget se frenó a mitad de la escalera, bajando la mirada hacia las manos que se aferraban con fuerza a las barras de madera.
Lo fulminó con la mirada. Sus azules ojos chocando estruendosamente.
-Vi que necesitabas ayuda...
-Ni siquiera estás en el ala para chicos. -Bridget se detuvo un momento. La verdad era que no le importaba demasiado qué era lo que Demetrie hacia allí. Le aterraba la idea de pasar la noche en la soledad del desván, entre polvo y oscuridad.
-En eso estamos de acuerdo. -Demetrie le indicó que siguiera subiendo. -Baudelaire me pidió revisar las habitaciones.
- ¿Ya eres su asistente?
-Por así decirlo. Lo necesitaba demasiado, la mujer se estaba volviendo loca.
- ¿Estaba? Yo creo que aún no pasa el efecto. -Bridget sonrió e introdujo todo su peso en la abertura del techo, dándose paso a trompicones hacia el ático.
Inmediatamente, sus manos se cubrieron de una fina capa de polvo.
Demetrie subió tras ella, y con una grácil facilidad entró al recoveco de la escalera, entrando al desván.
-Muy bien...a limpiar. -susurró Bridget, sacudiéndose las manos y restregándolas en el camisón incoloro, muy característico del orfanato.
Demetrie se dejó caer en una silla desgastada por el tiempo y la suciedad del abandono.
-Yo no estoy castigado. -a pesar de no haberlo visto, pues su rostro estaba cubierto de sombras, sabía que sus palabras arrastraban una sonrisa.
- ¿Entonces qué haces aquí?
-Vi que necesitabas ayuda, eso es todo.
-Pues entonces, ayúdame.
-Ya lo hago.
- ¿Cómo? -Bridget se puso en cuclillas, arremetiendo contra una pesada caja de madera. La arrastró por el piso, provocando que el polvo se alzara y las maderas chirriaran contra la fricción.
-Te da miedo estar aquí, sola.
- ¿Y tú cómo demonios sabes eso? -Bridget lo miró desde el suelo, con las manos apretadas a ambos costados de la caja. Dentro estaba repleta de cubiertos y artilugios de metal. Los ojos de Demetrie brillaron en medio de la negrura.
-Todos le tememos a la oscuridad.
- ¿Y cómo estás tan seguro de que yo sea parte de ese porcentaje?
-Mírate, estás temblando. -susurró Demetrie, acercándose a ella. Se arrodillo en el suelo y, al igual que Bridget, asió la caja por ambos lados, dejando poco menos de medio centímetro entre su mano y la de la chica. -Cualquiera que te viera, lo sabría.
-Podría estar temblando por cualquier otra razón.
- ¿Como cuál?
Pero Bridget no dijo nada. Era un chico desconocido que le había provocado un terrible susto ¿Y qué le diría?, ¿Que no podía sacarse de la cabeza el cuerpo desnudo del chico en medio del lago?, ¿Que le tenía miedo a una estúpida gaceta que no la dejaba dormir?, ¿Que el pastel de su cumpleaños número siete la había mandado al orfanato?, ¿Que su hermana estaba loca pero que era a la única persona a la que amaba realmente? No, no diría nada de eso, porque eran sus miedos más profundos, y abrirse a alguien no era una posibilidad. Esa era una de las razones por las que sus adopciones nunca habían avanzado: No confiaban en nadie.
-Bien. Tienes razón. Me aterra la oscuridad.
-Lo sabía. -Demetrie sonrió triunfante y apartó las manos de la chica con un delicado movimiento. -Aun así, te ayudaré. No acostumbro a pasar la noche en un desván sin hacer nada.
Tomó la caja y la levantó con un ágil movimiento, atravesó el ático y la posó sobre una repisa polvorosa.
- ¿Entonces ya has estado aquí? -preguntó la chica, levantándose del suelo y sacudiéndose las manos por décima vez.
- ¿Quién crees que guardó toda la miseria humana en cajas de madera? -preguntó Demetrie, girándose para verla. La luz de la luna entraba por una pequeña ventana circular en el extremo opuesto. El techo tenía un par de pendientes y formaba un largo triángulo sobre sus cabezas. Una bombilla colgaba sobre ellos, iluminando penosamente la penumbra.
- ¿Y no te tomaste la molestia de acomodarlas? -preguntó Bridget, acercándose al muchacho.
-Baudelaire nunca sube aquí. Le teme a los espacios pequeños. Así que realmente nunca se enterará si hicimos algún cambio aquí arriba.
-No creí que esa mujer tuviera algún miedo.
-Todos tenemos miedos. -aseguró Demetrie, inclinando la cabeza. Sus rizados cabellos rojizos destellaron contra la luz de la luna, que remarcaba contornos en sus afilados pómulos. Sus pecas eran invisibles dentro de la oscuridad del desván.
-No pareces la clase de chico que tenga algún miedo. -cuando lo dijo, algo en el rostro de Demetrie se contrajo. Se tensó, todos y cada uno de los músculos de su cuerpo, y el brillo dentro de sus ojos se apagó. Era como si la sola mención de aquello le hiciera recordar... ¿le hiciera recordar qué?, ¿Quién demonios era Demetrie Fliends y por qué se había aparecido de la nada, en mitad del pasillo? - ¿Acaso tienes algún miedo?
Demetrie entonces salió de su pequeño transe y negó efusivamente con la cabeza.
-No, no...para nada. Un chico huérfano de nacimiento no le teme a nada. -encontró los ojos de Demetrie, pero la oscuridad impenetrable que vivía dentro de ellos le dijo totalmente lo contrario.
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Será verdad que Demetrie no le tiene miedo a nada? Yo no le creo. Gracias por leerme, esto apenas comienza. 🌆No olvides votar y comentar si te va gustando la historia🌆 ❌Actualizo cada domingo y jueves❌
