21 de julio de 1868: Cacería con Donna y Danno.

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21 de julio de 1868: Cacería con Donna y Danno.

21 de julio de 1868: Cacería con Donna y Danno

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En memoria de Donita

Joy abrió la puerta de su habitación y salió al pasillo. A pesar de llevar toda su vida vagando por aquel castillo, aun le aterraba la oscuridad que residía en los rincones. Las antorchas y los faroles centelleaban. El tapiz de la pared, de un extraño color malva, se reflejó en sus ojos.

Avanzó por el pasillo, con su capa de terciopelo negro rozando sus pies descalzos. Después de abandonar a Demetrie y Bridget a su suerte se había tomado una larga siesta. Detestaba tener que lidiar con chicas, y más con chicas tan groseras como Brid.

Una parte de él la detestaba, pero en cambio, otra parte, muy en el fondo, la deseaba como si Bridget fuese una...

-Diosa. -dijo Joy para sí mismo. La pintura negra alrededor de sus ojos hacía que estos parecieran más profundos. Le daban el toque de locura que Joy afloraba por cada poro de su ser. - ¿Dónde mierda se metieron las niñas?

Sus pasos silenciosos rozaban la superficie del mármol liso. Sus rizos negros acariciaban su frente y entonces llegó a la sala común. Había una docena de chicos recostados, sentados y en pie. Los sillones estaban esparcidos por todo el lugar. Joy sonrió cuando una chica pasó a su lado y rozó su brazo con un dedo.

-Jedenth. -susurró la chica y continuó caminando. Joy sonrió lentamente y caminó de regreso para tomar a la chica por el brazo.

-Danno. -susurró Joyland, mirándola a los ojos. La belleza de la chica era casi imposible. Unos verdosos ojos adornaban sus cuencas y su largo cabello plateado acariciaba su espalda descubierta. - ¿Dónde se metió Donna?

- ¿No estaba en tu habitación? -la conocida sonrisa cargada de maldad que Danno le regaló al chico fue suficiente para que el corazón de este se encogiera de ternura.

-No. Ve por ella. Iremos a cazar.

- ¿Uncannys?

-Bebés llorones. -resopló Joyland.

- ¿De verdad? -la emoción en la voz de la chica hizo que Joy sonriera.

-No.

-Bien, iré por ella. -Danno se soltó de su agarre y se perdió en el pasillo, meneando las caderas.

Al cabo de unos minutos, las gemelas acudieron a la sala común. Los chicos siempre las observaban, admirados, desde la distancia. Donna y Danno eran realmente hermosas. Joyland las había adquirido hacía unos años en un mercado negro cerca del caribe.

- ¿Dónde te habías metido? -preguntó Joyland, acariciando el cabello de Donna.

-Debajo de tu cama. Creía que ya habías dejado tu obsesión por los calzones de gatitos. -susurró Donna, sonriente, acomodándose la gargantilla que Joy le había regalado.

LOS BRUJOS DEL NOCTUM ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora