6 de agosto de 1868: Vuelvo a ti, cariño.

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6 de agosto de 1868: Vuelvo a ti, cariño.

Joyland sentía los ojos humedecérsele de vez en cuando

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Joyland sentía los ojos humedecérsele de vez en cuando. Las velas de los muros iluminaban sus negros ojos plagados de oscuridad. Lo había dicho. Había confirmado sus sospechas, le había revelado a su mejor amigo sus sentimientos.

Se maldijo en voz baja.

Todo lo que había hecho por Fliends y Jones, todo lo que había dejado atrás para ayudar a un amigo enamorado. Había arruinado todo. Se suponía que no debía tener sentimientos. Era un demonio. La vida lo había obligado a creer aquello.

Cuando entregó su corazón aquella vez, cuando por primera vez sintió algo por el brillo que irradiaban los ojos de alguien más...era una sensación que había creído perdida. Miró el espejo frente a él. Mucho más grande e imponente, sabía lo que debía hacer, lo que debió haber hecho muchísimo tiempo atrás.

Se frotó los ojos y dejó caer al suelo la botella vacía de licor. Esta se rompió en fragmentos y el aroma inundó sus fosas nasales. El color negro de sus ojos delineados manchaba sus mejillas rojizas y sus negros mechones se amontonaban en nudos y enredos.

Entonces la vio.

Estaba dentro del espejo, rodeada por cristalina agua y cubierta de oscuridad. Sus mechones escarlatas se mezclaban entre las aguas, subían y bajaban, se enredaban...en una danza de muerte. Su vestido blanco era el mismo que llevaba aquel día de su muerte...su esperada muerte.

Joy sintió los ojos escocerle. Sus pies lo acercaron a la superficie del espejo por puro instinto. Su corazón sentía que pertenecía a aquel lugar.

Las lágrimas hicieron su trabajo y comenzaron a correr sobre su piel.

-Megan. -su voz fue un susurro, pero fue suficiente para romper su corazón. Temblaba. El sentimiento de cuan bella era acudió a sus recuerdos. La primer vez que la había besado después de una pelea: cuando se habían jurado entre ambos que se matarían. Megan. Megan. Megan.

Repitió su nombre tantas veces y entonces lo recordó: nunca habían sido números los que se repetían dentro de su cabeza, siempre había sido su nombre. El nombre que por las noches no lo dejaba dormir.

Las pesadillas siempre habían estado ahí para él. Verla caer al vacío desde aquella torre...sintió su pecho encogerse. Pero ahí estaba, ante él, de nuevo, con su absoluta belleza guerrera irradiando luz.

Era su ángel. Su primer amor.

Megan había sido la primera mujer que había logrado hacer sentir a Joyland lo que nadie: le había hecho sentirse querido.

Aquel sentimiento Bridget también se lo había obsequiado, pero era imposible. Brid le pertenecía a Demetrie y Demetrie le pertenecía a Bridget mucho antes de arribar al mundo. Joyland no podía interferir en aquello. Pensó que lo único bueno que podía hacer por las dos personas que amaba en el mundo era desaparecer.

Regresar con el amor que había creído perdido.

-Megan. -susurró de nuevo, estirando sus dedos temblorosos hacia el espejo, este revelaba lo que los demonios más ansiaban en el mundo. Una sola caricia, y desaparecería de la faz de la tierra. -Vuelvo a ti, cariño.

Sus dedos penetraron la superficie de la realidad y del tiempo. La fuerza de miles de dioses lo arrojó dentro, y todo se volvió oscuridad.

 La fuerza de miles de dioses lo arrojó dentro, y todo se volvió oscuridad

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Les aviso que solo quedan 2 capítulos para terminar esta historia.

LOS BRUJOS DEL NOCTUM ©Where stories live. Discover now