Capítulo XXXI

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─Lena, mi vida, ¡qué gusto verte! ─decía Daniel mientras le daba esos característicos besos en ambas mejillas.

Se encontraban en la sala de estar de la casa de Lena, lo habían citado y estaban ahí, Lena, Samanta, el abogado que habían contratado y Daniel.

─Te hemos citado porque tenemos que hablar contigo ─dijo Lena con el tono serio, apartándose de Daniel y haciéndose hacia atrás donde estaban sentados Samanta y el abogado.

Daniel frunció el ceño, no entendía lo que estaba sucediendo.

─Claro, yo... estoy muy feliz que al fin hayas salido de esa clínica, Lenny... ─dijo dubitativamente.

─Toma asiento, por favor ─respondió Lena haciendo caso omiso a sus palabras y aún con ese mismo tono serio.

Daniel obedeció, se sentó en el sofá que se encontraba detrás de él, justo enfrente de Lena. De igual manera, Lena tomó asiento a lado de Samanta y el abogado.

─Tenemos que hablar ─Lena intentaba encontrar las palabras adecuadas, pero lo cierto era que no lograba hacerlo, las palabras no podían salir de ella.

─ A mí me gustaría hablar contigo a solas, Lenny ─dijo Daniel al notar el silencio de Lena ─ ¿es necesario que estén... ellos presentes? ─preguntó observando a Samanta y el abogado que lo observaban con atención.

Lena tragó saliva, lo cierto era que le costaba trabajo hacer todo eso, se quedó en silencio de nuevo.

─Sí, es necesario que estemos aquí ─dijo Samanta con la voz firme, mientras sostenía la mano de Lena con fuerza, sabía que aquello le estaba costando demasiado.

Daniel hizo una mueca que expresaba la molestia que estaba experimentando.

─Samanta, no quiero ser grosero, pero ya no tienes que encargarte de los asuntos de Lena...

─Ya sé que me has estado robando ─dijo de pronto Lena, interrumpiendo y haciendo que Daniel se quedara pasmado, no se esperaba eso.

─Yo... Lena... no sé de qué estás hablando ─respondió tartamudeando un poco y con el rostro pálido.

─Por favor, Daniel, no mientas más ─dijo Samanta con el tono molesto...

Daniel sonrió de medio lado, observando fulminante a Samanta, en ese preciso momento la detestaba.

─Tú eres quien se ha encargado de las cuentas de Lena los últimos meses, si falta dinero no me mires a mí, Lenny... ─respondió con cinismo, haciendo que Samanta negara con el rostro, estaba realmente molesta, iba a hablar, pero Lena lo hizo primero.

─Me has robado desde que iniciamos a trabajar juntos, los desvíos son desde ese momento ─su tono sonaba apagado, trataba de estar tranquila, aunque eso le estaba doliendo mucho, a final de cuentas era su amigo, ella lo consideraba así. Daniel apretó la mandíbula, volvió a tragar saliva y desvió la mirada de los ojos de Lena que lo observaba. ─ ¿por qué Daniel? ─preguntó Lena con la voz entrecortada, rápidamente carraspeó para aclararse la voz─ ¿por qué lo hiciste? Pensé que no solo trabajábamos juntos, que no solo eras mi mánager, que también eras mi amigo... yo te consideraba mi amigo...

Lena volvió a quebrarse, mientras Samanta apretaba su mano con fuerza. Daniel estaba ahí sentado, sin poderla ver a los ojos.

─Lena, no es lo que piensas, yo puedo explicarlo... ─comenzó a decir Daniel en un intento forzado por defenderse, podía notarse que sus palabras eran improvisadas.

─Tenemos las pruebas, Daniel ─interrumpió Samanta observándolo fijamente─ todas las pruebas... tenemos otros testimonios de artistas a los que también les robaste, vas a ir a la cárcel ─puntualizó.

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