Epílogo

280 17 12
                                    

Epílogo

Lena fijó su vista en el océano que tenía enfrente, sus ojos observaban las olas que iban y venían en una sincronicidad que le parecía hermosa, el ruido que hacía el mar era para ella como escuchar la mejor de las canciones. Se encontraba sentada en la arena, con las piernas elevadas y los brazos cruzados en ellas, mientras su rostro estaba atento a ese océano que tenía enfrente. A lado de ella estaba un camastro vacío, Lena prefería estar en la arena, prefería sentirla en su piel.

Mientras observaba el ir y venir de esas olas sus pensamientos también no paraban. Estaba recordando todo aquello que le había hecho llegar hasta ese momento, hasta estar ahí; afuera de su casa frente al mar, sentada en la arena, cumpliendo otro de sus mayores sueños, vivir frente al mar.

Suspiró, suspiró y pensó que los sueños si podían cumplirse, ella lo sabía mejor que nadie. Ya lo había experimentado cuando fue la cantante más popular de los últimos años, lo había experimentado al estar parada en un escenario frente a todas esas personas que cantaban sus canciones, lo había vivido también al ganar todos esos premios por su música, cuando la gente la detenía en la calle diciéndole lo mucho que su música le había cambiado la vida.

También cuando salió su película y lejos de todos los miedos que tenía con respecto a lo que esto pudiera ocasionar, su película fue muy bien vista tanto por las personas como por la crítica, ganando inclusive premios de la Academia.

También pensó en todas esas complicaciones que había tenido; en que a veces la vida era difícil y que las cosas no salían como esperábamos que sucedieran, en que a veces también las pesadillas se cumplían.

Lena pensó en esas ocasiones en las que había querido renunciar a todo lo que le rodeaba, en las que había suplicado por tener una vida mucho más sencilla, más normal, sin tanto agobio de los medios y de las personas. Pensó en la soledad y vacío que había experimentado muchas veces, en lo que todo eso le había llevado a hacer, en ese tiempo en el que no se reconocía ni siquiera al verse al espejo. Recordó el infierno de sus adicciones, en lo mucho que se había sumergido.

Pensó en aquella canción que había escrito en esos momentos, cuando se sentía más sola y vacía que nunca; esa canción en la que había plasmado todo eso, canción que ahora era una de las más escuchadas en la historia, pensó en ella...

No sirve de nada la fama, ni todo el dinero, no sirve de nada llegar aún más lejos, no sirve de nada haber cumplido todos mis sueños. Si no estás conmigo, si la soledad me traspasa los huesos, nada, no sirve de nada...

Tarareó en su mente sin querer. Sí, había estado en lo más alto, pero sin ella no había sido feliz, sin ella no había servido de nada.

Pensaba en todo aquello y observaba el mar, la manera en la que éste fluía, cómo iba y venía sin parar y no pudo pensar que tal vez de eso se trataba la vida, de fluir, de dejarse llevar, así como lo hacían las olas del mar, de disfrutar cada instante y de la vida que le había tocado vivir.

Lena volvió a suspirar.

Y sí, pensó de nuevo, los sueños a pesar de todo pueden cumplirse, ella lo sabía muy bien. Sabía también que todo lo difícil y complicada que podía ser la vida al final sí valía la pena, había valido la pena absolutamente todo solo al ver la silueta de esa mujer caminando hacia ella.

La observó, observó su rostro que con la luz del sol podía verlo más claro que nunca; sus ojos que con aquella luz que les daba de frente se veían tan azules, mucho más que el océano que tenía enfrente. Y también observó su cuerpo, aunque los años habían pasado por ambas; ella seguía manteniendo un cuerpo hermoso, a Lena le parecía y le iba a parecer siempre la mujer más hermosa del universo.

Cosas del Destino Where stories live. Discover now