Capítulo VII

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Capítulo VII.

─Lena, tu gira está siendo un éxito, me atrevería a afirmar que incluso más que la anterior ─decía Daniel con mucha emoción en sus palabras, estaba sentado en el sofá, en la habitación del hotel donde se estaban hospedando, en la habitación de Lena. Lena se encontraba recostada en la cama, al escucharlo sonrió sinceramente.

─No puedo creer que Japón esté coreando todas tus canciones, Lena, ¡es Asia! ─dijo de nuevo con esa emoción, tomó su copa y le dio un gran sorbo.

─Yo tampoco puedo creerlo ─respondió Lena con mucha menos emoción de la que expresaba Daniel. Claro que estaba emocionada, estaba feliz por eso. Aunque antes su música ya había llegado a casi todo el mundo, Asia no era el lugar donde más la conocían y el concierto que acababa de dar ahí en Japón había estado realmente lleno, había sido todo un éxito.

─Vamos, tienes que alistarte que iremos a esta fiesta para celebrar... ─volvió a decir Daniel, levantándose del sofá con la copa entre sus manos.

─Daniel... ─comenzó a decir Lena─ quisiera descansar hoy, mañana tengo otro concierto, hoy quería descansar ─agregó con la voz pesarosa, aquello era cierto, se sentía cansada y sólo quería descansar.

─Lena, por favor, esta fiesta es importante, habrá demasiados contactos de este continente, no puedes perdértela, ya tendrás tiempo para descansar. ─Le decía mientras caminaba hacia la puerta─ todas estas personas quieren conocerte, Asia quiere conocer a Lena. En una hora paso por ti ─finalizó mientras cerraba la puerta.

Lena rodó los ojos y resopló.

Se sentía sumamente cansada, ya llevaba varios conciertos detrás, por toda Europa, ahora era el turno de Asia, y ya sentía que el cansancio la abrumaba por completo. Lo estaba sintiendo más que antes, recordó las giras pasadas, recordó que el cansancio aparecía ya casi al final, cuando estaba en los últimos conciertos. Pero esta vez aún le faltaban, apenas tenía un poco más de la mitad de la gira hecha. Tenía que hacer los de Asia y luego los de América, terminaría la gira en su país, en Estados Unidos. La vez pasada no había podido ir a su país, había habido un atentado días antes de las fechas programadas y decidieron cancelarlas todas. No eran tantas como esta vez, solo un par pero no se llevaron a cabo. Iba a regresar después de un poco más de tres años a su país, a cantar, iba a regresar consagrada como la cantante más importante de la última década.

La primera gira había sido un éxito, la recordaba bien, de mucho menos alcance que la segunda y ni que decir de esta última, pero había sido un éxito. Ahora regresaría siendo ya la cantante más popular del mundo.

Observó al techo y tragó saliva de nuevo. Estaría cerca de ella, pensó. Estaría cerca de ella después de todos esos años. Sonrió y se apresuró a levantarse de la cama para darse una ducha y prepararse para la fiesta a la que tenía que asistir.




***




─ ¡Así que esta es la famosa Lena Evans, la cantante más famosa del momento! ─decía aquel señor mientras la saludaba de la mano, Lena sonrió sutilmente, no tenía idea quien era. Solo había escuchado que era uno de los que movía la industria de la música en el continente asiático, uno de los hombres más poderosos también.

Después de charlar un rato con él y con otros hombres y mujeres también muy importantes, la fiesta comenzó. Para Lena era lo mismo de siempre, todas las fiestas eran iguales, era una repetición constante, había ido a tantas que ya ni siquiera lo recordaba.

Todas las personas que estaban ahí en algún momento se le acercaban. A veces incluso le dolía la boca al día siguiente por sonreír tanto, la mayoría de veces forzadamente. Estaba ahí, en la terraza del lugar, necesitaba tomar aire. Bebía una copa de whisky y observaba la vista de aquel lugar, era realmente espectacular, podía verse media ciudad desde ahí.

─Lena, mi amor, ¿dónde te has metido? ─le dijo Daniel con un tono ebrio, ya había bebido bastante.

─Estaba tomando aire ─respondió Lena sonriendo. Lo apreciaba, apreciaba a Daniel, a veces era molesto, muy exigente y la hacía trabajar demasiado, pero sabía que era su trabajo y lo apreciaba, había estado con él y con sus músicos y productores más que con ninguna otra persona en los últimos años.

─Ven, tenemos una sorpresa ─le dijo tomándola de la mano y cerrándole el ojo.

Lena frunció el ceño.

─No quiero a ninguna chica, Daniel, no quiero nada de eso, no tengo ganas... ─dijo Lena deteniéndose y observándolo con seriedad. Conocía el tipo de sorpresas a las que Daniel se refería y en ese momento no tenía ganas en lo absoluto de nada de eso.

Daniel sonrió.

─Querida ─dijo tomando su rostro con ambas manos─ no, no es eso, es algo mejor. Ay Lenny, si yo fuera tú, aprovecharía para tirarme a cada mujer de esta fiesta, todas quieren estar contigo, pero bueno, no soy tú y tampoco me gustan las mujeres.

Lena rio divertida y negó con la cabeza.

─Vamos mi amor, no seas aburrida.

Llegaron a la habitación donde se encontraban algunos de los músicos de Lena y un hombre al que nunca antes había visto.

─Aquí está la estrella ─dijo Daniel sentándose en un pequeño sofá que se encontraba en aquella habitación. Lena hizo lo mismo sentándose en otro sofá un poco más grande justo al frente de aquel hombre.

El hombre al que Lena no conocía sacó de su bolsillo una pequeña bolsa transparente con un polvo blanco. Lena sabía a la perfección lo que era aquello, lo observó.

─Es nueva ─comenzó a decir aquel hombre con un acento marcado ─esta droga no ha salido al mercado, nadie la ha probado, serás la primera en hacerlo.

Lena tragó saliva y no dijo nada.

Observó que Daniel se encontraba con una sonrisa en el rostro, observó también a sus músicos, podía asegurar que ellos ya habían consumido algo.

Lena carraspeó.

Claro que antes ya había probado drogas, ahí en ese ambiente era inevitable que ocurriera, podía tener lo que quisiera cuando quisiera. Aunque lo cierto era que trataba de no hacerlo tan a menudo, no quería convertirse en uno de esos artistas que acababan consumiendo todo el tiempo, pero lo cierto también era que últimamente sentía que aquello no le caería mal, el alcohol siempre estaba presente, le ayudaba a llevar mejor todo, pensó que por esa noche lo haría de nuevo, consumiría de nuevo. Ya lo estaba haciendo más seguido y pensó que en ese momento tal vez era lo que le hacía falta.

Asintió.

El hombre sonrió y le extendió la pequeña bolsa. Lena la tomó y la observó algunos segundos, el hombre se levantó y le arrimó la pequeña mesita que se encontraba también ahí. Lena sacó el polvo de la bolsa, el hombre le extendió un billete que parecía un popote y sonrió, el billete era de 100 dólares.

Lena lo hizo, se agachó e inhaló. Inmediatamente cerró los ojos y sintió comezón en la nariz, jaló aire con ella y sonrió, podía sentirlo ya, inmediatamente. Era demasiado fuerte, demasiado intensa, podía sentirlo todo, volvió a sonreír.

Daniel hizo lo mismo, después de darle unos billetes a aquel hombre, se arrodilló en la mesita y repitió lo que hizo Lena.

─ ¡Sexo, drogas y rock and roll! ─Gritó. Lena rio.

Y así también lo hicieron todos los músicos que se encontraban ahí después de inhalar también.

Después de eso la fiesta empezó al fin para Lena, podía escuchar la música en cada poro de su cuerpo, estaba ahí en la pista bailando con todos a su alrededor, podía sentir cada cosa que pasaba por más mínima que fuera. Por un momento Lena olvido su malestar, olvidó su tristeza, olvidó su soledad. Por unas horas Lena olvidó por completo y lo más importante, por un momento Lena la olvidó, no pensó en ella, ella no estaba más. En su mente solo estaba ella misma; Lena Evans, la cantante más famosa del mundo.

Cosas del Destino Where stories live. Discover now