Capítulo XXXIV. Final

163 14 2
                                    


Capítulo Final.

─ ¿Tú qué crees que está pasando? ─ preguntó Lena con la voz entrecortada, haciendo que Samanta caminara acercándose un poco más a ella...

─Lena... estás asustándome ─ respondió Samanta con el rostro visiblemente espantado, Lena permaneció en silencio─ ¿de dónde salió eso? ¿Por qué te fuiste así sin decirme nada? ─preguntó al notar su silencio.

─No necesito que nadie me cuide ─dijo Lena carraspeando un poco y sin levantarse del sofá.

Samanta frunció el ceño.

─Vamos, Lena, sabes perfectamente que no va por ahí, que yo no estoy cuidándote ni vigilándote ni decidiendo por ti en lo absoluto, es solo que estaba realmente preocupada por ti... ─Samanta sonaba un poco desesperada, no sabía qué estaba sucediendo en realidad.

─ ¿Preocupada de que pudiera volver a beber o a drogarme? ─preguntó Lena con la voz seca, observando algunos segundos a Samanta para volver a llevar la vista en la botella que tenía al frente.

Samanta negó con el rostro, estaba empezando a desesperarse en verdad.

─ ¿Esto es por lo que sucedió hace rato con esa mujer? ─ preguntó apretando la mandíbula en señal de molestia.

Lena se quedó en silencio, si eso había comenzado por aquello que le había dicho Silvia, pero también era por todo, por ella misma principalmente, no dijo nada.

─Lena... ─Samanta quedó a escasos milímetros de Lena y agachándose para quedar frente a frente, le dijo─ tuve que habértelo dicho, lo sé, no era una decisión que tendría que haber tomado yo sola, perdóname Lenn ─Samanta tomó el rostro de Lena con su mano haciendo que la observara, pero en ese punto a Lena no le era suficiente eso, porque ya ni siquiera estaba enojada con Samanta, estaba enojada consigo misma. Se levantó rápidamente dejando a Samanta en aquella posición, de cuclillas en la alfombra. Samanta suspiró.

─Ya no estoy enojada contigo ─dijo Lena que ahora se encontraba de pie en la sala de estar, recorriéndola, Samanta frunció el ceño─ sé que aquello lo hiciste porque así tenía que ser, yo no estaba en condiciones... ─Lena se interrumpió─ ¿Sabes? Yo no quiero ser siempre la que esté a punto de recaer ─Samanta se levantó, la observaba con el rostro apagado─ no quiero que tú tengas que hacerte cargo de mí, que tengas que preocuparte si de pronto desaparezco de una fiesta pensando que he vuelto a drogarme o a beber ─la voz de Lena sonaba entrecortada. Samanta intentó acercarse a ella y acariciar su rostro, pero Lena la detuvo─ dime, al verme al entrar, ¿qué pensaste? ¿pensaste que había vuelto a beber o a drogarme o ambas cosas? ─Samanta permaneció en silencio─ al ver esa botella, al ver eso en la mesa, ¿pensaste lo peor? ─la voz de Lena sonaba llena de frustración.

─Lena, por favor... ─dijo Samanta al notar el rostro y las palabras de Lena que le sonaban casi rotas.

─Claro que lo pensaste ─interrumpió Lena─ y ni siquiera te culpo por hacerlo... es lo más lógico, siempre seré una adicta en recuperación.

Samanta resopló, sabía que eso no era fácil, no lo era para ella y mucho menos para Lena, pero lo cierto era que esa discusión no la habían tenido nunca, no en ese grado como la estaban teniendo en ese momento y le frustraba no saber cómo hacerle entender a Lena que aunque no fuera fácil ella estaba ahí con ella.

─Lena, yo sé que esto es difícil para ti, lo ha sido desde el primer día que terminaste esa rehabilitación y lo seguirá siendo, pero yo estoy contigo, yo...

─ ¿En verdad quieres estar con alguien con quien siempre vas a tener la duda si puede recaer en sus adicciones? ─interrumpió Lena en ese mismo tono de reproche, aunque era un reproche a sí misma no a Samanta, haciendo que Samanta se quedara en silencio─ ¿quieres vivir con miedo cada vez que pelees conmigo porque no sabes si yo no pude soportar la presión y decidí meterme una línea de cocaína? ¿Quieres vivir así...? ─Lena se acercó a la mesa y tomó la botella de champagne que se encontraba cerrada, hizo el amago de abrirla.

Samanta caminó hacia ella, sentía un nudo en la garganta...

─Lena, por favor para... ─repitió con un hilo de voz...

─No puedo ni brindar ni beber una sola copa en mi maldito cumpleaños ─ dijo Lena con la voz entrecortada, apretando la botella aun sin abrirla. ─ No puedo brindar contigo, ¿quieres a alguien así? Que no pueda brindar contigo, que cuando salimos a comer a algún lugar prefieras no pedir alcohol como cada que salimos, que no podamos emborracharnos de vez en cuando como lo hacíamos antes, Samanta, ¿quieres eso?

─Como si a mí me importara un carajo eso, Lena ─respondió Samanta limpiándose algunas lágrimas que caían por sus mejillas y con el tono ya sumamente cansado y molesto. ─ ¿Tú crees que en verdad me importa eso? ─Samanta negaba con el rostro, se sentía impotente por no poder hacerle ver a Lena la realidad.

Lena sintió como las lágrimas comenzaban a salir una por una, colocó la botella de nuevo en la mesa y volvió a sentarse en el sofá.

─ ¿Qué quieres, Lena? ─volvió a decir Samanta en ese mismo tono aun con algunas lágrimas en sus ojos.

─Yo... quiero que mis hijos no vivan esto, que ellos no sepan lo que es una maldita adicción ─respondió con la voz entrecortada.

Samanta no pudo contenerse más, comenzó a llorar.

─Si te quedas conmigo y tenemos hijos, si tienen mi sangre, pueden heredar esto, pueden ser propensos a consumir algo cuando crezcan y volverse adictos y...

─Vamos, Lenn, eso no es un hecho, eso... Nosotras los educaremos enseñándoles las cosas, en un ambiente hermoso como en el que vivimos, tú llevas más de dos años sin consumir nada y yo sé que así seguirás, que...

─Yo creo que tú te mereces algo mejor, Samy, no mereces tener ese miedo que vi en tus ojos hace rato en el baño cuando me viste con Silvia, el mismo miedo que vi en ti hace unas horas al entrar y ver la botella y la droga... Tú mereces algo mucho mejor que yo...

─Lena... ─respondió Samanta con un hilo de voz, apenas pudo escucharse aquello, después de sentarse en el sofá un poco alejada de Lena y de algunos segundos en silencio, continuó─ Si después de todo lo que hemos pasado, de todo lo que yo he intentado, de estar contigo cada día en esa rehabilitación porque yo quise hacerlo, de absolutamente todo eso; tú sigues creyendo que yo no debo estar contigo, no sé qué más puedo hacer, no sé cómo dejarte claro que yo no quiero estar con nadie más, que te amo a ti y a nadie más, que eres el amor de mi vida, carajo... ─Samanta se limpiaba las lágrimas que caían de sus ojos, que parecían interminables.

Lena dejó que las lágrimas la inundaran por completo, las dejó salir una por una, hasta que carraspeó para hablar.

─Tal vez nos aferramos demasiado a estar juntas, tal vez esto no es lo que debe ser, tal vez el destino no es este que creemos...

─ ¿Qué quieres decir? ─dijo Samanta volteando a verla...

Lena tragó saliva, no dijo nada y tampoco la observó.

Samanta se levantó intempestivamente, le dio un golpe a la botella haciendo que se cayera al suelo y que los vidrios rompiéndose hicieran un ruido estremecedor.

─Yo no voy a hacerlo una tercera vez, Lena, que sepas que, si esto se acaba aquí o en cualquier otro momento, si se acaba será la última vez en mi vida que yo lo haya intentado contigo, no más, ya no.

Lena resopló, observó a Samanta algunos segundos quien ante el silencio de ésta prefirió irse negando con el rostro. Lena sintió como el llanto se apoderaba de ella, con un poco de trabajo y con el rostro inundado por las lágrimas comenzó a recoger los vidrios rotos del suelo. Sin darse cuenta uno de ellos le cortó un poco la mano, Lena hizo una mueca de dolor mientras su sangre se mezclaba con el champagne tirada en el suelo y mientras ella sentía la sal de esas lágrimas derramándose por sus mejillas.

Cosas del Destino Where stories live. Discover now