Capítulo I

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Capítulo I

Samanta estaba concentrada en el guion que tenía en sus manos, estaba leyendo la última escena de aquella película que estaba filmando, posó sus ojos azules en las últimas líneas del dialogo, repasándolo, ya se lo sabía perfectamente de memoria, pero como la perfeccionista que era no quería que nada le fallara al momento de estarla realizando. Estaba tan centrada en la lectura hasta que escuchó la televisión que alguien en el set había encendido. Dirigió la vista hacia la pantalla y escuchó...

La cantante Lena Evans nos acompaña esta noche para deleitarnos con lo último de su música.

La gente aplaudía. Era el programa de música estelar de Inglaterra, el cual también se había convertido en el más famoso de todo el mundo.

Samanta observaba fijamente, con mucha atención aquello que estaba ocurriendo en esa pantalla, casi del otro lado del mundo. La observaba a ella con atención.

Seguía casi igual que como la recordaba, era cierto que en los años había visto algunas fotos de ella, sobre todo al principio, cuando acababan de terminar.

Habían acordado terminar de una buena manera, lo mejor que pudieran, estar en contacto para saber de la otra, estar al menos presente de cierta forma cuando aquellos sueños que ambas estaban persiguiendo se cumplieran. Y al principio vaya que lo habían intentado y lo habían hecho. Los primeros meses se mandaban mensajes casi a diario, visitaban sus páginas, a veces incluso se llamaban por teléfono. Y a veces también, sin poderlo evitar, se hablaban cariñosamente como solían hacerlo. Era como si aún estuvieran juntas, aunque sin estarlo realmente.

Hasta que Samanta había decidido parar, no podía mantener esa relación con Lena, esa especie de relación de amigas, cuando cada que recibía un mensaje, cada que veía una foto, cada que escuchaba su voz algo en ella se removía por completo. No podía con eso, no podía ver esas fotos de Lena con alguna otra chica, la abrumaban, y no podía tampoco escuchar las palabras de cariño que Lena le llegaba a decir. No, no podía ser su amiga, al menos en ese momento no podía. Claro que quería verla realizar sus sueños, verla cumplir todo eso por lo que tanto había luchado. Y una parte de ella quería estar presente en todo eso, pero no de esa manera, no de lejos, no de vez en cuando, no en mensajes, no en fotos.

Y se lo dijo a Lena, se lo dijo y Lena lo entendió. Al principio no. Lena la quería en su vida, pero tenía que grabar su disco en Europa y tenía que estar recluida casi las 24 horas trabajando en ello. La quería en su vida y ambas se querían en ella, pero Samanta estaba filmando aquella película que le ocupaba todo su tiempo en New York. Y ninguna quería que la otra renunciara a sus sueños. Lena lo sugirió. Tal vez en un momento de debilidad donde la extrañaba, donde quería estar con Samanta, pero Samanta dijo que no. Ese disco era algo con lo que Lena había soñado desde siempre, era su sueño convertido en realidad y no podía abandonarlo.

El amor también es dejar ir, recordó Samanta. Recordó y sintió un hueco en la garganta y en el pecho y en el estómago.

Después de eso trato de no saber de ella, cada que salía algo sobre la cantante Lena Evans, Samanta lo evitaba, era por su bien se decía. La eliminó de su celular, de su página, no quería ver fotos de ella, no podía, no todavía. A veces era complicado, pues Lena ya era muy famosa, su música sonaba en todos lados y eso era una especie de tortura para Samanta. Claro que se sentía feliz por ella, claro que estaba orgullosa. Pero escucharla, saber de ella le dolía.

Si, el amor también era dejar ir, pero que complicado era. Sobre todo, cuando el amor era mutuo, cuando el amor no se quería ir, cuando el amor era así de inmenso.

Cosas del Destino Where stories live. Discover now