Capítulo XII

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No le había respondido y probablemente no iba a hacerlo, se dijo Lena suspirando ante este pensamiento. ¿Por qué le había mandado ese mensaje en primer lugar? No tenía caso hacerlo, Samanta ya estaba en otra relación, había pasado la página por completo y Lena tenía que aceptarlo de una buena vez.

De pronto sintió una tristeza inmensa, tanta que no tuvo más que dejarse envolver por ella completamente. El llanto la hizo estremecer, su cuerpo temblaba y sus ojos no podían dejar de derramar todas esas lágrimas interminables.

Se recostó en posición fetal en la gran cama de la enorme habitación del hotel en el que se estaba hospedando, sin poder dejar de llorar, ya no recordaba la última vez que se había dejado envolver por el llanto de esa manera. Constantemente se reprimía cuando quería hacerlo, solo se dejaba derramar algunas pocas lágrimas y no más de eso. Todo lo dejaba salir a través de la música, de cuando escribía canciones y plasmaba todo lo que sentía ahí y las otras veces, la mayoría reprimía todo con el alcohol y otras sustancias. Pero aquel día ya no podía reprimirlo más, dejó que saliera todo, que el llanto se apoderara de ella por completo.

El teléfono sonando hizo que Lena saliera de esa posición y que intentara calmarse un poco, no iba a contestar, pero cuando vio que era el número de su madre, lo hizo, en aquel momento necesitaba escucharla.

Hola mamá ─dijo carraspeando y limpiándose las lágrimas con la mano que le quedaba libre.

Lenny ─respondió Isabella, la madre de Lena─ hija, ¿cómo estás? ─preguntó amorosamente.

Bien, estaba durmiendo... ─dijo Lena carraspeando de nuevo, intentando que no se pudiera notar el llanto que estaba derramando.

─ ¿Por qué no me dijiste que estabas ya en Los Ángeles al fin, Lenny...?

Lena frunció el ceño.

Yo... le dije a Daniel que les avisara, mamá... ¿no te llamó? ─preguntó confundida recargándose en el respaldo de la cama.

No, no nos llamó. Hemos intentado comunicarnos contigo antes y no lo habíamos logrado...

Seguro se le pasó ─dijo, intentando disculparlo y más bien intentando creerlo ella misma, no era la primera vez que aquello pasaba, que Daniel no se comunicaba con su familia como ella se lo indicaba o que su celular no recibía todas las llamadas que le hacían. Pero lo cierto era que en ese momento no quería pensar en eso...

¿Cuándo te veremos, hija? ─preguntó Isabella con un tono melancólico, extrañaba a su hija en verdad, tenía mucho tiempo que no se veían y las llamadas últimamente eran muy pocas. Entendía que era el trabajo de Lena, pero eso no evitaba que la extrañara en verdad.

Lena suspiró, ella también extrañaba a sus padres, a su familia. Desde que se había ido a vivir a Europa los veía con menos frecuencia, pero al menos al principio se comunicaba mucho más con ellos, pero ese último año con su último disco, cada vez hablaba menos con ellos y ni hablar de verlos, era imposible. Daniel le decía que tenía que concentrarse en su música, en su carrera y eso hacía. Y sobre todo estaba lo otro, se sentía avergonzada por su comportamiento, sabía que si hablaba más con su madre ella podría presentir que algo no estaba bien, por lo que prefería hablar lo menos posible con ella.

Hoy en la noche es el penúltimo concierto mamá, cuando acabe la gira iré a verlos y a pasar unos días con ustedes ─dijo con la voz un poco más emocionada, eso era verdad, después de la gira pensaba tomarse unas vacaciones de todo eso y quería ver a su familia, los necesitaba.

Lenny, ¡qué gusto me da saber eso! ─respondió Isabella muy contenta, Lena sonrió y dejó escapar un pequeño suspiro que no pasó desapercibido para su madre. ─ ¿Estás bien, hija? ¿Todo va bien? ─preguntó preocupada.

Cosas del Destino Where stories live. Discover now