Capítulo XIV

150 14 5
                                    

Lena estaba harta, ya no podía con aquello, sentía que cada día que pasaba estaba hundiéndose un poco más. Tal vez era estar en aquel país, en su país, lo que empeoraba todo, aparecían los recuerdos, las personas que la conocían y que ella conocía, toda esa vida que había tenido y que ahora parecía tan lejana. Ahora su vida era otra, estaba en la cima, sí, pero tal como lo había dicho, estar ahí era muy solitario. No había nadie a su lado, acompañándola, solo ella en la cima.

Resopló y se levantó del sofá en el que se encontraba. Estaba ya en otra habitación. Después de haber roto el vidrio la habían cambiado de habitación, se observó al espejo y sonrió, una sonrisa que no le llegaba a los ojos. Caminó hacía la puerta y salió de ahí.

Llegó a aquel lugar, ese lugar al que le habían dicho que debía ir. Se lo había pensado, pero en ese momento necesitaba olvidar, de nuevo lo necesitaba. Se bajó de su auto y le indicó a su chofer que la esperara. Volteó a ambos lados cerciorándose de que nadie la estuviera observando, ya casi nunca podía salir sin que alguien la reconociera. Agradeció que ese lugar estuviera bastante alejado de todo lo concurrido, era casi un sitio secreto. Solo se podía ir ahí con invitación.

Recorrió los pasillos hasta que llegó a la enorme casa, estaba toda iluminada y la música sonaba con fuerza. Parecía una disco o un bar y justo como le dijeron, ahí habría fiesta las 24 horas del día. En la puerta se encontró con un guardia quien en seguida la reconoció y sonrió, abriendo la llave que impedía el paso, Lena le devolvió la sonrisa y asintió.

Entró y por dentro se veía mucho más como una discoteca, a diferencia de que esa habitación estaba solitaria, al menos esa, porque podía escuchar los ruidos provenientes de las demás habitaciones. Permaneció ahí observando a su alrededor. Había un bar en el fondo de aquella habitación, había sillones también, era una habitación muy bonita como todo lo que la rodeaba. Escuchó unos pasos y observó que un hombre se dirigía hacia ella. Lo conocía. Era Frederick Rivera, uno de los productores musicales más importantes del mundo. Él mismo que le había hecho la invitación.

─Veo que decidiste venir, Lena Evans ─le dijo dándole un beso en la mejilla─ tomaste una buena decisión, no hay artista que no venga a este lugar ─agregó sonriendo. Lena le regresó la sonrisa.

─Necesitaba distraerme ─respondió.

Frederick sonrió ampliamente.

─Estás en el lugar ideal para eso ─dijo sin dejar de tomar la mano de Lena que mantenía sujeta entre las suyas─ aquí está permitido todo y nadie conoce a nadie. Lo que hagas aquí, aquí queda ─le dijo de nuevo, entrecerrando un ojo.

Lena hizo una mueca con los labios.

─Yo... yo solo quiero distraerme, Frederick, ya sabes, pasarla bien un rato...

Frederick asintió.

─Hay alguien que quiere conocerte ─agregó, llevándola hacia una de las habitaciones que se encontraban ahí.

─ ¿Quieres fiesta con muchos o prefieres algo más íntimo? ─preguntó al abrir aquella puerta...

─Yo... ─Lena dudó, tal vez se había equivocado al ir a aquel lugar─ solo quiero... algo íntimo ─dijo rápidamente sin saber qué decir en realidad.

─Lo sabía, te conozco bien, Lena Evans ─respondió Frederick sonriendo, haciéndola pasar por completo a aquella habitación. ─ Aquí hay de todo, toma lo que desees ─de nuevo le cerró un ojo.

Lena asintió.

─Tal vez después alguien te haga compañía...─volvió a decir, dándole un beso en la mejilla y saliendo de la habitación

Cosas del Destino Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang