I Crave You. (Hotch/Reid/Lucifer)

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Una vez en el jet, Hotch procede a explicarnos brevemente la situación. Ni siquiera nos han invitado al caso, pero él está muy seguro de que lo harán. Hasta el momento sólo hay dos víctimas, sin embargo, está convencido de que habrán muchas más si no actuamos a tiempo. He percibido que este caso parece afectarle de forma personal, aunque aún no comprendo del todo por qué. Los demás miembros del equipo y yo planteamos la hipótesis de que el ignoto sea un imitador de La Parca, un asesino que jamás fue capturado y que ha estado inactivo durante diez años, pero Aaron asegura que no se trata de ningún imitador.

Después de comentar algunos aspectos más del caso, cada quién vuelve a su lugar. Yo tomo una taza de té y me siento en el fondo, con el libro que Elle me regaló en mi cumpleaños entre manos. Es momento de darle una oportunidad.

—¿Estás seguro de querer hacerlo? Puede que no vuelvas a ver a Beethoven de la misma forma si lo lees —levanto la vista de la primera página para encontrarme con el rostro inquisitivo de Aaron.

—No te preocupes, no dejé que Richard Ramirez arruinara AC/DC para mí, esto es igual —me encojo de hombros, restándole importancia.

—De acuerdo, te dejaré leer tranquilo —me sonríe, haciendo ademán de marcharse.

—Siéntate conmigo —me apresuro a decirle—, es un libro corto, puedo terminármelo después, sólo necesitaré cinco minutos.

Su sonrisa se acentúa, antes de ocupar el asiento libre a mi lado. —Eres un letraherido incurable, por lo que me siento especial de que estés dispuesto a dejar un libro de lado por mí.

—Haz que valga la pena —le guiño un ojo y él ríe.

—Lo tendré difícil, no soy tan buen conversador —bromea.

—Bueno, puedes empezar por decirme por qué este caso parece afectarte más que otros —su sonrisa desaparece y el buen ambiente parece desestabilizarse por un momento.

Mira hacia el frente, como para verificar que nadie nos esté escuchando, aunque no entiendo por qué se supone que este tema deba ser tan confidencial.

—Tom Shawnessy era el detective a cargo del caso hace diez años —comienza a explicar—. Solicitó nuestra ayuda, fue mi primer caso como líder perfilador, pero semanas más tarde nos pidió marcharnos antes de reunir lo suficiente para realizar un perfil. Las muertes cesaron a partir de entonces, y siempre creí que el asesino había muerto o había sido arrestado por otro delito. Pero hace días, cuando Shawnessy solicitó verme, supe que la razón de que se detuviera todos estos años era completamente diferente a lo que yo pensaba —concluye en un tono de voz bajo.

—¿Qué fue lo que él te dijo? —pregunto intrigado.

—En ese entonces, La Parca le ofreció un trato. La nota que le mandó rezaba "Si dejas de cazarme, dejaré de cazarlos. Por el resto de nuestras vidas, hasta que la muerte nos separe". Le dijo que pusiera un anuncio en el Michigan Post, si es que decidía aceptar. García encontró el anuncio que Shawnessy puso en aquella época, sellando el pacto.

—Y ahora que Shawnessy murió, el pacto se ha roto —afirmo, sorprendido ante la revelación escuchada—. Por eso estabas tan seguro de que no se trata de un imitador —él asiente.

—Una cosa es más que segura; esta vez no volverá a escapar —sentencia.

Cuando llegamos a nuestro destino, Hotch les da la tarea de entrevistar a los familiares de las últimas víctimas a Morgan Elle y Gideon, mientras que JJ y yo lo acompañamos a la escena del crimen.

Desde luego, el escenario es muy similar a los crímenes anteriores de La Parca, incluso el particular sello del ojo de la providencia, dibujado con sangre en el auto. Examinando los cuerpos, me doy cuenta de que a la mujer parece faltarle el reloj, mientras que el hombre lleva gafas que no son suyas. Hotch apunta que le pertenecían a la novena víctima, el único hombre que sobrevivió a uno de los ataques del asesino. Esto es parte de su sello; dejar objetos de las víctimas anteriores en la escena y llevarse otros de las nuevas víctimas. Si antes había dudas de si era o no el verdadero asesino, ahora ya no hay lugar para ello.