Hora de cenar

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Ahora…

Bajo del auto en el que he pasado aproximadamente media hora sentado, recordando cosas demasiado dolorosas. Pensar en Jazz es como ponerle sal a una herida profunda en proceso de cicatrización. Es demasiado atormentador.

Veo la hora. Las once y veinticuatro de la noche. Me pregunto quién y por qué quiere verme a estas horas de la noche en ese parque. Me abrazo a mí mismo cuando la brisa helada de la noche golpea mi piel. Abro la puerta del coche y saco mi vieja chaqueta, esa que usó Jazz aquel día, la que quedó oliendo a su perfume por semanas hasta que despareció y tuve que lavarla.

Cierro la puerta y activo la alarma. Es mejor ser precavido, a pesar de que la zona donde me encuentro es relativamente segura.

Saco el papel amarillento de mi bolsillo. Lo desdoblo y leo por enésima vez la nota.

Te veo en el parque del centro a las once treinta. No llegues tarde. Ve solo.

Obviamente, la nota me desconcertó un poco. No tenía ni inicial, ni nada para identificar el emisor. Llevé mi mano al costado derecho de mi torso. Sentí el frío del metal rozas mis dedos y me sentí un poco más seguro sabiendo que iba armado. Si alguien —silenciosamente rogaba que fuera Jazz, aunque si lo fuera, no dispararía— quería matarme, no se lo dejaría fácil.

Cambio mi peso de un pie al otro. Reviso el reloj de mi muñeca, impacientándome. Once treinta y dos. Arqueo una ceja. ¿Y me pide puntualidad a mí?

—Lamento la tardanza. —Escucho una voz a mis espaldas, lo que me hace tocar el arma debido al susto.

Esa voz. Demonios.

Me giro lentamente, aunque no hace falta que lo haga ya que sé perfectamente de quién se trata.

—Hola, Logan —saludo con voz monótona, mostrando el desinterés que siento por hablar con él.

—¿Qué tal va tu vida? —Asiente hacia mí, con sus manos metidas en los bolsillos. Ambos mantenemos las distancias.

—No te hagas el formal conmigo, ¿te parece? Mejor, vayamos al grano y ya. —Le corto con frialdad.

Él se encoge de hombros. Supongo que le he quitado de encima del peso de tener que ser amable conmigo cuando somos algo como némesis desde que supe que besó a Jazz. Eso estaba fuera del plan, aunque lo entiendo. Digo, ¿quién no querría besarla?

Logan mira a ambos lados y luego atrás de mí.

—¿Has venido solo? —Inquiere.

—No, he venido con mi mejor amigo imaginario, Pepe. Vamos Pepe, no seas tímido, saluda —respondo con sarcasmo, fingiendo que junto a mí hay alguien.

—Muy chistoso. —Rueda los ojos—. Vine aquí para hablarte de algo.

—Oh, ¿en serio? Creí que al fin saldrías del clóset y querías liarte conmigo sobre el pasto —escupí.

—Heyly está viviendo conmigo —responde filosamente, ignorando mi comentario.

—¿Y?

—¿Y? —repite—. Está destrozada, Nathan. Jamás había visto a mi prima así. —Aparta la mirada y suspira—. Ella en serio te ama.

—Pero yo no la amo a ella —confieso sin titubeos.

—Deberían darse otra oportunidad —sugiere y yo bufo—. Están juntos desde la secundaria. ¿Acaso todo ese tiempo no valió nada para ti? —Sus ojos se convierten en dos rejillas que me miran con irritación.

—No. —Me encojo de hombros—. Lastimó a alguien que amaba.

Logan se ríe sarcásticamente.

Sucio Traidor (Revenge #2).©Where stories live. Discover now