Un futuro no muy lejano

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—¿Y eso qué? Creo que te hace falta un buen bronceado —dice Logan encogiéndose de hombros.

—Logan —junto las manos, tratando de juntar paciencia—, ¡me voy a las jodidas Bahamas durante una semana! Esto podría arruinar nuestros planes.

Hace una hora recibí un mensaje de un número bloqueado con la dirección de un viejo almacén. Y aunque las dos de la mañana no es una hora razonable para salir de la cama, no tuve opción.

Al llegar, Jazz y Logan ya estaban aquí. Logan sostenía un cuchillo con temor, mientras Jazz le explicaba —o gritaba— cómo sujetarlo para no herirse a sí mismo en el intento.

—En realidad, creo que es una buena idea —suelta Jazz. Mi cabeza gira hacia ella con tanta rapidez que podría haberme roto el cuello—. Piénsalo, Nath. Podemos ir todos, hacer lo que planeamos, y después desaparecemos. Será problema de las Bahamas. —Se encoge de hombros y lanza con fluidez el cuchillo que sostenía a la pared.

Suspiro, admitiendo que tiene razón. Y puede que resulte un alivio, ya que ambos somos sospechosos. Bueno, Heyly también, pero no me molestaría si su trasero se pudre en la cárcel hasta que muera.

—Creo que Jazz también necesita un poco de sol —comenta Logan, balanceando el cuchillo en su mano.

—Creo que tú necesitas una novia —contraataca sin siquiera verlo.

—Uf. Diste donde duele, nena.

Me río y camino hasta Jazz. Paso un brazo sobre sus hombros y beso su sien.

—Aunque amo que me beses, necesitas practicar tu puntería —con suavidad, retira mi brazo de sus hombros.

—Jazzie, relájate. Somos tres contra una. No vamos a la guerra.

—No podemos dar por sentado nada con Heyly. Siempre ha sabido qué hacer para herirme —gruñe entre dientes, y capto a la perfección la indirecta.

Aprieto los labios, aceptando su comentario como un hombre, fingiendo que la espina clavada en mi pecho desde esa noche no se entierra con más profundidad cada vez que ella menciona lo ocurrido.

Un tenso silencio cae sobre nosotros, y es cuando soy consciente del golpeteo de gotas de lluvia sonando sobre nosotros.

Jazz resopla, cortando la mudez que nos rodeaba.

—Olviden que dije cualquier cosa —y arroja otro cuchillo con más fuerza, éste clavándose hasta la mitad en la pared de madera.

Me siento incómodo. Sé que lo jodí todo ese día, pero creía que Jazz lo había olvidado.

Ahí es cuando caigo en cuenta de mi error.

He estado actuando como si no conociera a Jazz en absoluto. Como si esta chica no hubiera esperado más de una década para vengarse de quienes la hirieron. Tal vez llegó a perdonar a alguien —véase, yo—, pero la diferencia entre perdonar y olvidar es mucha.

Cuando perdonas a alguien, es porque aceptaste que todos los humanos erran en algún momento y que, por más grave que haya sido nuestra metedura de pata, merecemos una segunda oportunidad. Perdonas cuando comprendes el por qué de la otra persona. Pero no olvidas algo así.

No olvidas cinco años de abuso psicológico y físico. No olvidas cinco años de llantos desconsolados encerrado en un baño —en su caso—. Y definitivamente no olvidas que tu amor, la única persona que tenías, te apuñaló por la espalda.

Menos si quedan cicatrices como recordatorio.

Logan se aclara la garganta, distrayendo a Jazz de su lanzamiento-excesivamente-agresivo a la pared y a mí de mis pensamientos.

Sucio Traidor (Revenge #2).©Where stories live. Discover now