El primer adiós

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Hace diez años...

El toc, toc en mi puerta me distrae de mi lucha contra mi corbata. Le refunfuño a mi reflejo, dejando caer las manos a mis costados.

—Adelante.

A través del espejo, veo a mi mamá asomando primero su cabeza y luego abriendo la puerta del todo y reclinándose en el marco de la misma.

Me observa y se ríe.

—Eres un desastre —niega con la cabeza divertida y camina hacia mí para ayudarme con la endemoniada corbata.

Frunce el ceño con concentración mientras hace el complicado —al menos para mí— nudo. No fue hasta que me enteré que ella no era mi verdadera madre que comencé a notar las diferencias. Sus ojos cafés y su cabello rojizo no habían estado presentes en mi, y aunque papá tiene el cabello del mismo color que el mío, sus ojos son verdes. Él dice que saqué los ojos de Caroline, mi madre biológica.

Aún así, esta mujer es mi madre, diga lo que diga mi sangre. Necesitas mucho valor para criar a alguien que no es tuyo, y que además, fue obra de la aventura de tu esposo. Lo más valiente es criarlo bien, con los valores adecuados y el suficiente amor. Y aunque a veces parece odiarme, no me importa no llevar su sangre, ha sido la mejor madre que alguien podría pedir.

—Listo —levanta la mirada para encontrarse con mis ojos y sonríe. Veo lágrimas inundando los suyos y aprieta los labios, intentando retenerlas—. Estoy tan orgullosa de ti, mi pequeño —acaricia maternalmente mi cabello y yo coloco mi mano sobre la suya.

—Creo que dejé de ser pequeño hace mucho —bromeo suavemente, refiriéndome a mi altura y al hecho de que necesita levantar la vista para verme a la cara. No creo que mida más de 1,60.

Ella ríe y seca pequeñas lágrimas del rabillo del ojo. Se sienta en la cama y yo me coloco a su lado. Pone su delicada mano sobre mi pierna y yo la cubro con la mía.

—¿Cuándo te vas a Los Ángeles? —Pregunta.

Hace un mes, durante mi último partido como quarterback de secundaria, un reclutador me dio su tarjeta para ponerse en contacto conmigo y así organizar una entrevista en la Universidad de Los Ángeles —que fue hace una semana—, la cual salió excelente.

Según el decano de la misma, no sólo tenía el promedio suficiente para estudiar lo que quisiera, sino una posible carrera como jugador de fútbol americano profesional asegurada. No dudaron demasiado en darme una beca completa.

—En un mes.

Ella me mira y con su mano libre acaricia mi rostro, su toque tan delicado y cargado de amor.

—Te vamos a extrañar mucho.

Le doy una sonrisa triste de labios apretados y la abrazo. No importa cuántas veces hayamos peleado, ni cuántas veces deseé que Caroline estuviera viva para estar con ella, amo a esta mujer.

—También los voy a extrañar —beso su cabello y me separo.

Ella palmea mi pierna y se levanta.

—Debería dejar que termines de arreglarte y arreglarme yo también —sonríe nuevamente—. Te amo Nathan.

—Yo también te amo, mamá.

Sus ojos se cristalizan nuevamente y sale de la habitación. Yo vuelvo mi vista al espejo y termino de alistarme. Una vez preparado, me detengo un segundo a verme y respirar hondo. Apuntando a mi reflejo, le digo:

—No te atrevas a acobardarte. Es ahora o nunca.

—Por aquí —me indica la profesora de inglés.

Sucio Traidor (Revenge #2).©Where stories live. Discover now