24.

2.3K 249 34
                                    

Connor cerró la puerta y suspiró relajado.

Estaba seguro, a salvo. Ahora no tendría que ver a Christian.

Caminó hasta su cama y se echó en ella, miró el techo y pensó en lo cobarde e idiota que era.

¿Qué estaba mal con él?

No sabía cuántos minutos pasaron mientras se lamentaba sobre sí mismo.

—Así que...Aquí estás.

Connor frunció los labios con fuerza al oír esa voz. No se atrevió a moverse ni un solo centímetro. Siguió mirando el techo blanco, tratando de pensar en lo que diría en los próximos Segundos.

—¿Te crees que no te vería escabullirte?

Connor siguió sin responder. El techo era muy bonito.

—Pensé que nuestro reencuentro sería diferente.—Siguió hablando Christian, su voz se oía más cerca.—¿Estás huyendo de mí?

Connor negó con la cabeza.

—Entonces mírame cuando te hablo.—El rostro de Christian apareció de golpe enfrente de él.

Connor se sobresaltó al darse cuenta que Christian estaba a horcajadas sobre él.

Connor sintió su rostro sonrojándose.

—¿Qué haces? Bájate.

Christian sonrió y ladeó la cabeza.

Mierda. Era tan Hermoso. Esa sonrisa suave y bonita, sus lindos ojos azules mirándole divertido y curioso y aquellos rizos cayendo hacia abajo por la posición.

Connor quiso enredar un dedo en ellos. Connor quiso atraer esa boquita rosadita y besarla como aquel chico hizo con él. Él quería meterle la lengua hasta la garganta provocando que se ahogara y gimiera por aire.

Connor apartó la mirada, tratando de no pensar en lo que se estaba imaginando.

No. No. No.

—Por fin me hablas.—Christian habló quitándose de encima.

Connor se sentó y agarró un cojín. Se lo colocó sobre sus muslos.

—¿Estás molesto?—Christian preguntó.—¿No quieres verme?

Connor no sabía que responder. Él por una parte quería estar todo el tiempo con el rubio pero por otra parte no podía ni mirarlo a la cara.

Él lo estaba pensando demasiado.

—¿Cómo sabes qué me había ido?

Christian se apoyó en la pared.—Te estaba buscando para saludarte. No te vi. Además, te estaba mirando desde que entré al comedor, pude observar como te ibas por debajo de la mesa.

Connor jugó con sus manos.

—¿Qué hacías mirándome?—Soltó.

—Siempre te estoy mirando.

Connor sintió su corazón latir intensamente. Wow.

—¿Por qué?

Christian tarareó.

—Porque eres muy problemático.—respondió y Connor sintió como si le hubieran dado una bofetada.—Aunque me gusta mirarte.—Dijo.—No eres como mis niños...Eres diferente.

Connor lo miró.

—¿Diferente?

—Me siento tan extraño contigo. Tan cómodo, tan vergonzoso, tan nervioso...No podía esperar el día para volver aquí y verte.

Connor sonrió.

—Y cuando llegué y te vi a ahí sentado jugando con la comida...—Siguió el rubio.—Sentí mucha felicidad.

Connor asintió.

—¿Y tú?—Cuestionó de pronto Chris.

Connor lo miró confundido.

—¿Yo qué?

—¿Te sentiste igual?

Connor quería decir que sí. Quería decirle que él era la única persona que deseaba ver todos los días en aquella cárcel, que él era por quien podía aguantar en ese sitio y que le encantaba hablar con él de cosas ridículas y amaba escucharle hablar sobre cosas De la Iglesia que no le interesaba en lo más mínimo durante horas.

—Christian.—Empezó. Él debía confesárselo.—Yo...Me siento mal.

Christian lo miró preocupado y Connor se sintió peor.

Christian había deseado verlo desde que se fue al seminario. Y Connor igual, pero...Él se había besado con otra persona.

—¿Qué te ocurre? ¿Estás bien?—Christian se acercó a él.

Connor miró su boca. ¿Si le besara...Christian cómo reaccionaría?

Él quería descubrirlo.

Pero no aún.

Él se apoyó en él y lo abrazó.

—¿Qué pasa?—Preguntó cariñosamente Christian correspondiéndole el abrazo y acariciando su espalda.

Connor lo abrazó fuerte antes de hablar.

—Hace poco me besé con alguien.

La mano en su espalda se detuvo y Connor tenía miedo.

No quería soltar a Christian.

No quería que se fuera.

Él...

Mierda.

Él tenía fuertes sentimientos que lo asustaban. Él...Ellos...No. No podría ser.

—¿Te gustó?—Christian soltó.

—No.—Respondió enseguida.—No.

—¿Por qué lo hiciste?

Connor recordó en lo que pensó en ese momento.

Christian eligió a Dios. Yo elegiré a este chico lindo.

—Porque quería probar...—Mintió.

Christian lo alejó y se levantó.

—¿Christy?

Christian le dio la espalda y caminó hasta la puerta.

—Entiendo.—Dijo agarrando el pomo.—Mañana vuelvo al seminario.

Connor lo miró alarmado y se levantó.

—No te acerques.—Escupió Chris.—Me voy antes de decir algo egoísta e imposible.—Abrió la puerta.—Adiós.

Connor quería correr detrás de él y preguntarle.

¿Pero de qué serviría? Nada. Nada cambiaría. Solo empeoraría aquel sentimiento que tenía dentro.

Su pecho dolió.

Debió abrazarlo más fuerte.

—————

No somos pecadores (2.5)Onde histórias criam vida. Descubra agora