49.

1.2K 162 20
                                    

Christian simplemente siguió a Connor fuera de la parroquia hasta llegar al recibidor. No había nadie. Ya todos estaban dentro.

Christian se acarició el abrazo en busca, inconscientemente, de apoyo y afecto.

Se sentía pequeño y extraño últimamente. Nunca había sido golpeado como lo había estado experimentando casi todos los días. Eso había provocado en él un cambio.

No es que no fuera culpa suya. Él sabía perfectamente las reglas y las consecuencias de no obedecerlas.

Ciertamente él se lo buscaba. Sin embargo, no podía continuar con lo que el Padre le decía. Además, mismamente Phillip parecía al límite y por cualquier cosa ya lo estaba golpeando.

—Definitivamente esperé evitar esto.—Murmuró Connor dándole la espalda y cubriendo su boca con la mano, claramente molesto y frustrado.

Christian se quedó muy quieto observando sus movimiento. Lo había extrañado.

—¿Qué cosa?—Preguntó inseguro.

—Quedarme a solas contigo.

Christian aplanó los labios, no muy seguro de lo que significaba eso y de lo que le provocaba.

—Puedo irme, pero lo has pedido tú.—Aclaró.

Connor se giró y lo miró.

—Christian.—Habló muy firmemente.—¿Te ha castigado?

Christian frunció el ceño.

—¿Por qué dices eso?—Evitó su mirada y ahora era él el que se alejaba y daba la espalda.

Connor suspiró antes de colocar una mano en la espalda de Christian con fuerza. El rubio chupó aire del dolor y se contuvo de gritar.

—Por esto.—Connor respondió.—Maldición.—Insultó.—Tienes leves marcas en el rostro y unas heridas mal cubiertas en la nuca.—Explicó.—Te vi en una postura extraña, y cuando el Padre te puso las manos encima y te tensaste confirmé que estarías herido.

Christian lo miró mal.

—¿Ahora te preocupa?

Connor lo miró con recelo.

—¿Cómo no me va a preocupar, Christian?

Christian rio con sarcasmo.

—Fuiste el primero en dejarme aquí.

Connor negó y levantó una mano para que se detuviera de hablar.

—Oh, no. No vamos a estar hablando de esto. No otra vez.—Sacudió su cabeza en negación.

—No quieres hablarlo porque sabes que parte de todo esto es culpa tuya.

Connor lo miró medio sorprendido medio herido.

—No has podido decir eso.—Murmuró.—¿Me estás echando la culpa de que me hayas dicho que te trajera aquí?

—¡No tenía ningún lugar más donde estar! ¡Me dejaste!

—¡No me escogiste, Christian! ¡Es diferente! No te dejé, simplemente acepté tu incertidumbre y ahora te estoy dejando que compruebes por ti mismo lo que de verdad quieres.

Christian asintió.

—Muy amable de tu parte. Sabes el infierno que es este lugar y aún así me dejaste aquí.

Connor negó nuevamente.

—Siempre amaste este lugar.

—Pero más te amo a ti.

Connor apretó la mandíbula mirándolo. Christian siguió hablando.

—Desde siempre he estado solo. Hasta el día que te conocí. Amé este lugar cuando llegaste. Y lo odio cuando no estás.

Connor cerró los ojos, obligándose a no escuchar.

—Christian.—Se acercó a él y le agarró el rostro.—No puedo volver a hacer esto. Ni tú tampoco.—Le sonrió con dolor.—Lo hiciste la otra vez. Me dijiste cosas bonitas, decidiste irte conmigo y luego no pudiste soportarlo.

—Ahora es diferente.—Saltó.

—¿Por qué? ¿Porque no estás cómodo aquí y lo único que te queda sería yo?—Connor frunció los labios.—Deberías buscar más. No solo conformarte con dos opciones. No deberías depender de nadie.

Christian negó. No es lo que él pretendía dar a entender. Él realmente quería estar con Connor...

No obstante, Connor tenía razón. Él debería conocer más mundo y saber cómo era la vida. Solo. Saber lo que le gustaba y lo que no.

—Te puedo apoyar con dinero.—Dijo Connor.—Solo eso.

Christian ya no le iba a reprochar. Él era el mayor pero era tan inmaduro a comparación de Connor.

—Aún tienes tu teléfono ¿no? Tienes una tarjeta vinculada, puedes usarla.

Christian se alarmó cuando Connor parecía alejarse, poniendo fin a la conversación.

Si es que se podía llamar conversación.

¿No pensaba hacer nada?

¿Sabía que le habían golpeado y no haría nada?

—¿Quien es esa mujer?—Dijo antes de que se fuera del todo.

Connor se quedó quieto.

—No puedes hacer esto, Christian.—Dijo aún sin mirarlo.—No tienes derecho.

Christian asintió aunque el moreno no lo mirase.

—¿Realmente no llegabas a casa porque tu padre te tenía vigilado?—Preguntó con temor.—¿O es porque conociste a alguien más?

Connor soltó una carcajada. Fue fea. Sin emoción. Vacía.

—De verdad eres jodidamente increíble.—Lo miró por encima del hombro.—Piensa lo que quieras. No te debo nada.

Y se había ido.

Christian pudo saber con certeza que había dañado demasiado a Connor al punto de que este no quisiera entablar una conversación larga ni mirarlo el tiempo suficiente.

———————

Bueno vale

2/3

No somos pecadores (2.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora