30.

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Connor suspiró cuando Christian salió de la habitación.

Él debía estar feliz. Él debía estar aliviado, pues había recibido una gran mamada de Christian, sin embargo, no lo estaba. Estaba tenso, preocupado y nervioso.

Tenía 18 años y eso implicaba que bastantes responsabilidades importantes ahora iban a ser puestas sobre sus hombros. Tanto como las que él quería en su vida como las que eran obligadas.

Mierda.

18 años. La graduación cerca. Él ya debía dejar el internado. Él debía ya irse de ese sitio y prepararse en la universidad para dirigir los negocios familiares.

Él en el momento que pisó aquel lugar quería irse, pero ahora las cosas eran diferentes . Tenía a sus amigos aquí, tenía a Christian aquí...Ellos era más una casa que la que lo esperaba con su padre.

Él...No sabía que debía hacer. No había muchas opciones, por no decir ninguna, para poder quedarse después de los 18 años ahí.

La puerta se abrió interrumpiendo lo que Connor estuviera pensando.

—Viktor...

Connor se avergonzó. Ni siquiera había abierto las ventanas, debería oler...Mal.

Su amigo no respondió.

—¿Viktor?

—Mis padres...—Murmuró dejándose caer al lado de Connor.

—¿Qué ocurre?

—Están muertos.

Connor lo miró boquiabierto.

—¿Qué?

—¡El avión en el que venían todos los padres del último curso tuvo inconvenientes y terminó estrellan-

Viktor no pudo terminar.

Connor lo abrazó.

Atención...Los alumnos de último año deben asistir al comedor para ser informados del protocolo siguiente. Gracias.

El altavoz de los pasillos se escuchó. Connor aún seguía en shock. ¿Todos los padres?

(...)

Connor se estresó más. Todos a su alrededor lloraban la pérdida de sus seres queridos. Le parecía curioso, pues los mismos que estaban llorando, eran los mismos que a lo largo de los años habían criticado y odiado a sus padres por haberlos internado en aquella iglesia.

—Ha sido una desgracia.—Dijo el Padre.—Una terrible desgracia.—Recalcó.—Pero no hay que estar tristes, nuestro Señor los acogerá con todo su amor, ellos fueron los que os engendraron, a unos hermosos y devotos jóvenes. Nuestro Señor estará agradecido con ellos y se los llevará con él.

Connor frunció el ceño ante tal estupidez.

—Mis niños.—Soltó tristemente el Padre.—No estáis solos. Nunca estaréis solos. Dios está en vuestro corazón.

Connor rodó los ojos.

Odiaba esas charlas ridículas.

—Ahora que vuestros padres no están...No tenéis hogar donde volver.—Explicó.—Y hasta que no seáis mayores de edad no podéis iros ni reclamar herencia...

Connor se preguntó si estaba escuchando mal.

—Queridos...—El Padre sonrió.—Hay una solución para resolver vuestra situación...Sin embargo, el joven Worren no debe saberlo.

Connor iba a contradecir.

—Órdenes de su padre.—Se encogió de hombros el padre Philip.—Por lo que debéis venir a mi despacho. Ahí se os darán las instrucciones.

Connor observó cómo todos asentía.

—Viktor, esto es muy raro.—Dijo Connor.

Viktor lo miró mal.

—¿Raro? ¿Raro por qué? Estamos desamparados y nuestra única salida es el Padre, no tenemos más.

—Seguro que habrá algún familiar que...-

—¡No hay! ¡Solo tenía a mis padres! ¡Nunca se llevaron bien con sus respectivas familias! No hay nadie más.

Viktor salió del comedor.

Connor trató de hablar con Elliot sobre el mismo tema pero le dijo exactamente lo mismo.

Connor se quedó quieto.

Ninguno tiene más familia.

Connor lo pensó unos Segundos.

Ni él mismo tenía más que a su padre.

Se tapó la boca al percatarse.

Miró a su alrededor.

Todos esos adolescentes...Todos...Eran como él. Solo tenían dos miembros como mucho en la familia y dinero por montones.

Dinero que posiblemente la Iglesia se lo robaría porque no habría quien lo reclamase.

Esto...¿Esto siempre había ocurrido con los de último año?

¿Qué habían sido de los del año pasado? ¿Y del anterior?

Connor se cuestionó muchas cosas. ¿Había coincidido alguna vez con los de último año, los años anteriores? ¿Si quiera él, que es de último año, se había topado con los de cursos inferiores?

Su respiración se hizo pesada.

¿Qué era todo esto?

—Muchacho.—Una mano le apretó el hombro.—No lo pienses mucho.

El Padre le sonrió.

—Son negocios.

Connor lo miró sin poder creérselo.

¿Negocios?

¿¡Negocios!?

—¿A esto se dedica mi padre?—Preguntó— ¿Para qué me ha traído aquí?—Connor tenía ganas de vomitar.

El Padre lo miró con pena, pero burlándose.

—Háblalo con él. Y recuerda: Nada de lo que digas será cierto, nadie te creerá. Caes lo suficientemente mal como para que piensen que estás loco.—Hizo una mueca.—Ni tus amigos ahora mismo pueden verte. Eres el único con 18 años que tiene una vida resuelta y con su padre vivo. Te van a odiar tanto que nadie te escuchara siquiera.

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Dato:
Esto se va a relacionar mucho con la historia de River y un poco de Liam.

No somos pecadores (2.5)Where stories live. Discover now