33.

1.6K 218 15
                                    

—¿Ya se te pasó el berrinche?

Connor asintió incómodo cuando su padre lo miró cruzado de brazos.

—Podrías haber entrado primero.—Le dijo por lo bajo y su padre rodó los ojos.

—Deja de decir estupideces.

Connor asintió de nuevo. No tenía humor para discutir. Mejor era ser dócil y evitarse problemas. Por lo menos un día como aquel.

—Entremos.

Connor volvía a sentir un nudo en la garganta cuando su padre abrió la puerta.

La luz de los mosaicos hacían el lugar bastante luminoso y bonito. El lugar era enorme y habían invitados por todas partes; algunos sentados y otros de pie hablando mientras se esperaba a que comenzara la ceremonia.

—Acerquémonos al Padre Phillip.

Connor solo lo siguió.

No tardó mucho tiempo en encontrarlo. Él resaltaba.

Lo primero que pudo ver fue los rizos dorados que colgaban desordenados por su cuello pálido y su pequeña frente, haciendo contraste con los señores que hablaban con él, de cabello castaño o con falta de él. Lo Segundo fue sus largas pestañas ciertamente claras que bajaban y subían cada que pestañeaba. Lo tercero fue su pequeña y respingona nariz, la cual se encogía cuando hablaba y sonreía ligeramente. Y ahí entraba la cuarta cosa que vio: Su linda y Dulce boca, sus labios regordetes se separaban al hablar, se curvaban hacia arriba al sonreír y se fruncían cuando parecía no estar de acuerdo.

Esa boca lucía igual de apetecible que hace dos años.

Connor trató de recodar cómo era el unir sus labios, atrapar ese labio entre sus dientes para luego pasar la lengua sobre ellos para saborear y luego introducirla en su boca. Trató de pensar en la sensación húmeda que ocurría cuando sus lenguas se juntaban y peleaban dentro. Trató de recordar cómo Christian a veces soltaba leves jadeos en medio de los besos y cómo se aferraba al pelo castaño de Connor.

Mierda. Él quería probar de nuevo esa boca.

Tal vez hasta meterle el miembro. Como habían hecho en su momento.

Connor intentó pensar en algo asqueroso para no ponerse duro ahí mismo.

Pero las fantasías se iban incrementando cada que se acercaban más.

—Padre.—El señor Worren saludó, llamando la atención del pequeño grupo.

Connor le sonrió y saludó al Padre antes de mirar a Christian.

Este lo miró un poco sorprendido.

Connor le dio una sonrisa.

No permitiría que se notase cuan nervioso se encontraba ni cómo su corazón estaba latiendo a una velocidad preocupante.

—Estás más mayor, hijo.—El Padre lo agarró de los hombros.—Más alto y fuerte. Aún recuerdo cuando llegaste aquí, todo pequeño y tierno. Ahora eres todo un hombre.

Connor asintió. Uff, qué insoportable.

—Lo que tiene los años, Padre.

El Padre Phillip asintió y miró a Christian.—Los años afectan a unas personas pero a otras no. Mira aquí a mi aprendiz, sigue igual que cuando tenía 15 años, ni un centímetro más ni uno menos.

Connor volvió a mirar el rostro de Christian más de cerca.

—Es cierto.—Sonrió.—Sigue igual. No ha cambiado en nada.

Y era verdad. Ni siquiera parecía que hubiera envejecido nada. Seguía teniendo esa mirada azul suave y feroz. Tenía la misma edad que Liam pero este parecía más mayor de lo que realmente era, a diferencia de Christian, que parecía más joven.

—Enhorabuena.—Dijo Connor.—Ya vas a ordenarte.

Christian asintió incómodo.

Connor miró a su padre y al Padre Philip, ambos se pusieron a hablar de otras cosas con los demás presentes y Connor aprovechó para acercarse a Christian.

—¿Cómo has estado?

Christian se encogió de hombros.

—Bien.—Respondió.—No me he dado ni cuenta lo rápido que han pasado los meses. Estos dos años se han pasado volando.

Connor asintió.

Pero no podía decir lo mismo. Esos dos años habían sido larguísimos, cada día y cada semana más lento que el anterior. Cada mes más doloroso por cada que se acercaba el día y el año en el que Christian se ordenaría.

Fue una tortura.

Y Una larga y horrible.

—¿Y tú? ¿Cómo has estado?—Christian sonaba dudoso.

¿Qué se suponía que debía contestar? "Bien; pero te he extrañado cada maldito Segundo de estos dos años" o "Mal, porque he tenido que soportar a mi padre y no he podido verte".

Ninguna le gustaba.

Christian parecía reconocer el debate interno que tenía Connor y volvió a hablar.

—Pensé que no vendrías, la verdad.—Confesó.—No esperaba verte aquí.

Connor soltó una pequeña risa.

—Hace dos años te dije que nos volveríamos a ver en tu ceremonia.—Recordó.—Yo cumplo mi palabra y como te dije en su momento: Sí, estoy listo para ver al amor de mi vida elegir a Dios.

Christian miró alarmado a su alrededor y Connor negó con una sonrisa forzada. No era divertido, era doloroso; pero prefería sonreír a poner una mueca de dolor.

—No te preocupes no nos escuchan.—Lo tranquilizó.—Solo aguanta un poco más, después de este día no tenemos por qué vernos más.

Christian lo miró durante unos segundos antes de agarrar la manga de su traje y tirar de él.

—Ven conmigo.

Connor se dejó llevar.

Él se dejaría llevar una última vez. ¿Qué podía perder? Él ya había perdido todo hace dos años. No importaría si hablaba a solas unos minutos con Christian.

No iba a cambiar nada.

—————
2/3

No somos pecadores (2.5)Where stories live. Discover now