1.- Cavernícolas y Soju.

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El teléfono suena otra vez, parece como si no se fuera a cansar nunca de intentar dar conmigo; creía que había dejado las cosas claras y el tema cerrado, pero a lo mejor estaba pecando de optimista. Con este chico las cosas nunca fueron fáciles, ¿por qué iba a esperar que la ruptura lo sea?

Su tenacidad me gustaba, pero ahora me resulta más bien agobiante... De todas formas, esta no es noche para pensar en él, en nuestra separación o en nada deprimente en general; hoy es noche de chicas.

—¡No, no, no! —escucho quejarse a Hye—. Es que si las opciones son ir a comer al sitio de barbacoa o al restaurante de la puñalada en el riñón, elijo la barbacoa; ¡que todas no estamos igual de forradas que tú, Misu! Sonje, apóyame.

—Estoy completamente de acuerdo. —La verdad: no sé si lo estoy porque me da igual donde sea con tal de hincharme a comer... y a soju; a esto último sobre todo.

—Lo que queráis, entonces, me da igual... solo quiero comeeeer —acaba cediendo Misu; si es que es una blanda.

El ambiente está cargadito aquí en Itaewon a estas horas. Por culpa mía (que he salido a las tantas del curro), se nos ha hecho tarde, y parece que todo Seúl está abarrotando la misma calle por la que pasamos. Yo me agarro a la chaqueta de Misu, porque si no acabaré perdida como siempre; se me hace insoportable tener a tanta gente alrededor.

—¡Izquierda, izquierda, que está todo petado! —grita Hye, encabezando la marcha.

Mientras los cuerpos de los extraños se me pegan por todas partes, empiezo a ver algo de luz al final del túnel cuando nos colamos por un callejón de esos llenos de cables, oscuros y tétricos de narices.

—Este sitio me da mal rollo —murmuro, todavía agarrada a Misu aunque no haga falta realmente. Supongo que es el cague, que me hace agarrar a mi amiga más pequeñita y adorable para hacerme sentir segura.

—Pero si este es tu estilo completamente, Sonie —me pincha Hye con malicia, mirándome por encima del hombro mientras continúa cruzando por estos callejones clónicos—. Todo está oscuro, no hay ni un alma... con suerte nos cruzamos con algún vampiro y todo.

—Qué graciosa —masco encogida.

Qué sí, que mis pintas pueden decir que soy una tía de lo más chunga, pero la realidad es que, por mucho que aparente, soy una cagada con nada mínimamente siniestro. Y estos callejones vacíos en los que tenemos que pasar en fila india, en completo silencio, me dan escalofríos. Parece irreal que un sitio tan aislado y solitario esté en medio de uno de los barrios con más movimiento de la capital.

—Venga, vamos a salir ya a una calle principal —apremio a Hye, que sigue su marcha volviendo a torcer a la izquierda.

—Si supiera cómo salir de aquí, pues todavía... ¿Cuántas veces hemos girado?

—A mí no me mires, yo te iba siguiendo —exhala Misu.

—A ti mejor ni te pregunto, ¿no? —cuestiona mi amiga, mirándome de soslayo en su marcha.

—¿No sabes cómo volver? —Hye niega con la cabeza, y juro que estoy a puntito de tirarle una lata de refresco vacía de las que abarrotan el suelo directamente a la cabeza—. Poned el gps, por favor, que no quiero seguir dando vueltas.

Hye para por fin de andar, dando un suspiro de pura exhasperación, y saca su móvil para hacerme caso y sacarnos de este puto sitio. Y mientras lo mira, el mío vuelve a sonar. Por la mirada que Misu me echa, sé que sabe quién me llama, y también me hace saber que está completamente de acuerdo con que no conteste.

Mi "novio"... Bueno, ahora mi "ex", es de esa clase de tíos de los que conviene mantenerse bieeeen lejos si no quieres volver a caer en sus garras. No es que me arrepienta de haber estado con él; este año que hemos sido "pareja" ha sido increíble... Los besos, las caricias, las escapadas, las peleas, las noches interminables de sexo... Joder, el sexo, sí... ya no voy a poder volver a hacerlo con él, qué desgracia.

Inked KnockoutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora