13.- El poder de Rosita

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No debería estar nerviosa, pero es más que obvio que lo estoy. No debería haber pedido vino, pero ahí viene el camarero con la botella. No debería haberme esmerado tanto en arreglarme, pero casi no siento los párpados de la cantidad de maquillaje que llevo. No debería haber quedado con Yoongi... y ahí delante está el muy cabrón; encima, no creo que se haya creado nada tan erótico en este universo como la combinación de traje, camisa blanca y tatuajes asomando por el cuello que veo ahora ante mis ojos.

—Bueno, el tema de las apuestas es lo de menos para los luchadores —continúa explicando después de que el camarero se vaya—, ellos no sacan nada más que una pequeña comisión por parte de su patrocinador, y suele ser una miseria comparado con lo que ganamos nosotros, no te voy a mentir.

—Mmmm... ¿Y por qué luchan? —sigo indagando, más curiosa de lo que me gustaría.

—Yo qué coño sé... ¿Les gusta el dolor? ¿Traumas familiares? ¿Quieren perder las pocas neuronas que ya de por sí tienen? Eso lo sabrán ellos.

—No, capullo —repongo con una sonrisa; las formas bruscas de Yoongi siempre consiguen divertirme—, me refiero a qué ganan luchando; a ver, aparte del combate, que eso es obvio.

—Ah, pues hay una liga; se divide en categorías, que van por pesos, y hay femenina y masculina. Aunque sea clandestina está muy bien organizada.

¿Estará el coloso metido en esa liga? Supongo que sí, pero no estoy segura. Y tampoco le puedo preguntar; mejor no nombrar a otro tío delante de Yoongi para que no corra la misma suerte que el pobre Jimin.

—¿Quién la organiza?

—Pues... la organización —murmura resabido.

—¿Y quiénes, exactamente, forman la organización?

—Eso sí que no puedo decírtelo, Sonie. Ni aunque tuviera todos los nombres de la lista de empresas metidas en el ajo te lo diría.

—Vale, puedo entenderlo —acepto, dejando que mi espalda se apoye sobre la silla; estaba muy inclinada hacia delante mientras Yoongi hablaba y no me he dado ni cuenta—. ¿Y esa liga...?

—Korean fighting championship en inglés; básicamente es una plataforma que usa mucha gente de bajos recursos para poder entrar en ligas oficiales y regladas... Se hacen famosos aquí y, con suerte, talento y nada de lesiones graves, llegan a ser profesionales. Con muchísima suerte... Hay demasiados luchadores y demasiados combates como para que lleguen a dedicarse a esto, pero, si son buenos, pueden sacarse una buena pasta hasta que les dejen tocados de por vida.

—O sea... que las siglas son... ka, efe, ce —musito, conteniéndome para no romper a reír.

—Sí, Sonie... Sí que lo son —suspira el chico, entornando los ojos al ver mi cara de concentración absoluta—. Ríete ya si quieres, que pones una cara muy fea cuando te fuerzas a estar seria.

—Fea tu tía —mascullo, pero claro... ya me estoy riendo. Es que es ridículo, no me jodas—. ¿Y entre combate y combate qué os gusta más? ¿Muslo o pechuga? —Tengo que hacer una pausa para soltar la risa, porque sino reviento—. ¿S-sois más de puré o de patatas fritas?

—Échalo todo, sí... mejor que te desahogues —ronronea, completamente ajeno al escándalo que estoy formando al partirme de risa en este restaurante tan pijo.

Me paso más tiempo del que me gustaría con el ataque de risa, y solo lo dejo porque me empiezan a doler las costillas de tanto reírme. Y aún con punzadas criminales atacándome ambos costados, sigo con una risilla tonta que me cuesta parar del todo.

—¿Ya he respondido satisfactoriamente a todas tus dudas? —inquiere el chico. Parece que mi ataque de risa no le ha molestado ni un poco, porque ahora muestra su cara neutra más amable; cosa que es muy difícil de conseguir. Lo digo por experiencia.

Inked KnockoutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora