12.- Juicio y Sentencia

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Qué cansadita estoy ya de todo el mundo; me cortan el rollo siempre, así no puedo vivir.

Estoy cabreada con mis amigas (que, por algún motivo, creen tener derecho a decidir con quién debería o no estar), estoy cabreada con el puto coloso (que me invita a combates y fiestas para liarse con otras en mi puta cara) y, lo más importante de todo: estoy cabreada con Yoongi. Un año de relación con una persona para acabar enterándome de casualidad cuáles eran realmente los negocios que le hacían desaparecer durante semanas y estar metido en asuntos de los que no me podía hablar.

Prefiero no empezar a plantearme otra vez si lo de la palabra "relación" se aplica al caso de Yoongi y mío... Ya sé que no, en realidad, y no puedo dejar de sentirme traicionada; aunque no más que cuando le vi con esa tía sentada en su regazo. Yoongi es experto en hacerme sentir estúpida, sin duda.

Para colmo, no es solo que el cabreo que tengo con todo el mundo que me rodea en general me tenga de morros, es que ahora tengo unos ojos clavados en el cogote todo el puto rato; Namjoon no para de vigilarme, seguro que porque el coloso no le pareció de fiar y ahora se creerá que estoy liada con otro maleante. Pero ese maleante está muy ocupado besándose con tías como para liarse conmigo.

Hace rato que noto la cabeza embotada, porque estoy echada de forma extraña en el sofá malva de Taehyung; con la espalda en el asiento, las piernas hacia el techo y la cabeza cayendo lánguida hacia el suelo. Picasso ha imitado mi postura y está dibujando también a mi lado; él no parece sentir que le vaya a estallar la cabeza porque toda la sangre se le ha ido al cerebro, pero creo que yo voy a sufrir un desmayo si me quedo mucho más tiempo así.

Noona... me da miedo que me sangre la nariz —murmura de repente, y cuando le miro, veo que lo que estaba dibujando era a nosotros dos, echados tal y como estamos ahora en el sofá. Es la primera vez que le veo pintar algo que no da miedo, me ha hecho hasta más guapa de lo que soy y todo.

—¿Por qué te va a sangrar la nariz?

—Porque no me siento los dedos de los pies.

—Ah...

No. No lo entiendo. Y si alguien entiende a qué coño se refiere que venga y me lo diga, a ver si así podemos empezar a desentrañar el misterio que es este chico. Lo que creo empezar a pillar al mirarle es que... quizás, dado que su cara tiene proporciones perfectas y simétricas, dibuja justamente lo contrario por el puro placer de dotar sus obras con cualidades que no son propias de sí mismo.

Ufff, Sonje, haz que te vuelva la sangre al cuerpo que te estás poniendo filosófica y eso es malo.

Un estruendo en la distancia hace que me incorpore de una vez sin que tenga que pensármelo mucho más. Taehyung me imita, y mientras agudizo el oído para enterarme de qué ha sido eso, el estruendo es seguido de gritos que provienen de la recepción.

Noona, ¿qué es...?

—Quédate aquí, que voy a ver...

A pesar de mi advertencia, Picasso deja su bloc de dibujo atrás y me sigue de cerca por el pasillo, en el que los gritos de Nam y de otra persona son mucho más fáciles de escuchar. El problema llega cuando oigo que ese desconocido me nombra, pidiendo verme, y Nam, por supuesto, se lo niega una y otra vez.

Me asomo con mucha cautela hasta mirar a la recepción disimuladamente (notando a Taehyung asomándose también justo detrás de mí). Y me encuentro con que los gritos que creía desconocidos... no lo son tanto como pudiera parecer.

—¿Jimin? —llamo al chico, completamente aturdida por verle tan cabreado.

El rubio pasa sus ojos encolerizados a mí y se acerca a la posición medio escondida que mantengo a grandes zancadas; no le da tiempo a llegar, eso no, porque Namjoon le engancha del cuello de la camiseta para alejarle de su camino hacia el pasillo.

Inked KnockoutWhere stories live. Discover now