3.- Adivinanzas

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—¿L-las bragas? ¿Dónde tengo las bragas? —gruño para mí, intentando abrir los ojos.

Tanteo por toda la cama, pero resulta que las bragas están donde deben: en medio de mis piernas, tapando mis partes más privadas. Claro, ahora que no duermo con Yoongi, las bragas se quedan toda la noche donde deben... Qué triste.

Me siento sobre el colchón intentando dar con el móvil, que es lo que me ha levantado de esta forma tan agresiva a las ocho en punto de la mañana; ¿qué clase de monstruo llama a estas horas? Como sea de una compañía telefónica que trata de hacerme una portabilidad me rajo las venas, de verdad de la buena.

—Dí... ígame —mascullo con voz ronca.

—¿Song Sonje?

—La misma.

—Soy el inspector que se encarga del caso de Itaewon; la posible agresión con abandono, ¿recuerda que usted denunció ese incidente hace dos días?

—Ah, coño... —exhalo, dejándome caer otra vez hacia atrás. No creí tener que pensar otra vez en esta mierda. Se supone que no nos habían hecho caso, ¿verdad? Maldita eficiencia que tiene la justicia cuando quiere.

—¿Señorita Song?

—Sí, sí... ¿qué pasa con eso?

—Pues verá, la llamaba porque el informe que dejó el policía que las entrevistó es corto y... vago, y eso siendo muy amable —dice por lo bajini, como si se estuviera conteniéndose de soltar algo peor—; pues dado a la... deficiencia del informe, me gustaría poder reunirme con usted y las otras dos chicas que presentaron la denuncia, si no es molestia, claro.

—¿Pero para qué? —suelto, dejándome vencer por el sueño ahora que estoy otra vez cómoda entre mi almohada, mi edredón, mis mantitas...

—Para hacerles unas preguntas que, espero, puedan ayudarme a esclarecer un poco todo este asunto... No es la primera vez que recibimos un aviso de este tipo en el que después no se encuentra nada, y creo que gracias a ustedes, empiezo a tener algo así como un patrón.

—¿Un patrón? —inquiero descolocada—. ¿Como los de barco?

—¿D-disculpe? No, no, nada de eso... Me refería a...

—Ya lo sé, hombre —murmuro sonriente—, ya que me ha despertado a las ocho de la mañana tenía que tomarle un poco el pelo, no se lo tome mal.

El silencio del inspector me hace saber que no debe ser un tío con un sentido del humor muy desarrollado, y transcurrido un rato (en el que se le habrá pasado el choque de que me haya quedado con él), vuelve a hablar.

—¿Podría usted quedar conmigo mañana por la misma zona en que reportaron el delito?

—Podría, supongo... ¿qué han dicho mis amigas?

—Aún no he contactado con ellas, es usted la primera a la que llamo.

—Muchas gracias —digo sinceramente, satisfecha por ser la primera con la que hablan para variar. El pobre hombre tampoco me entiende—. ¿A qué hora?

—¿Sobre las nueve?

—Ufffffff... sobre las... ¿diez y media mejor?

—Es que... a esa hora ya debo estar en mi puesto y...

—Vale, vale, a las nueve entonces —acepto a regañadientes—. Pues hasta mañana, señor inspector —me dirijo a él, con cierta coña, antes de colgar y pegar mi cara a la almohada.

Lo malo es que cuando lo hago me doy cuenta de que todavía huele un poco al perfume de Yoongi; él es muy neutral para casi todo, pero su perfume huele suave y masculino. Me recuerda al mar... Los ojos se me abren solos cuando entiendo que esto es un paso atrás.

Inked KnockoutWhere stories live. Discover now