Capitulo 50: Tercer año: Philomena Pettigrew

1K 112 92
                                    

Viernes 21 de Diciembre, 1974

Una vez que le dieron el espacio para pensar al respecto, Remus se preguntó por qué lo cuestionaba una vez más. Por supuesto que diría que sí. No creyó que podría decirle que no a sus amigos, incluso si lo hacía sentir nervioso. Y eso lo ponía nervioso.

Tal vez era su emoción lo que le preocupaba — o su sobre-confianza. Sabía que esa parte de su anhelo tenía que ver con que el plan era increíblemente ilegal, peligroso e inconsiderado. Pero también lo estaban haciendo por él. No estaba seguro de cómo sentirse al respecto aún. Era mejor no pensar.

Apartó a James un día poco después de que le habían propuesto la idea, y le preguntó por todo lo que habían investigado hasta ahora. Le fue prontamente presentado un gran manojo de pergamino; resmas y resmas de notas y diagramas escritas en una familiar letra cursiva. Decir que habían investigado algo era una desvaloración. Si solo Sirius prestara esa cantidad de atención para escribir sus ensayos, Remus nunca tendría la esperanza de vencerlo para ser el mejor de la clase.

No había piedra que no habían dado vuelta. Habían calculado las lunas llenas para la siguiente década, por lo menos. Prácticamente habían escrito la historia entera de la licantropía en Europa, junto con hábitos alimenticios y patrones de migración, comportamientos de manadas, señales de comunicación canina. Habían listado todos los ingredientes que necesitarían, su costo y disponibilidad. Cada ritual estaba cuidadosamente transcrito, paso por paso y la encantación deletreada fonéticamente. Habían líneas de tiempo, localizaciones sugeridas para ciertos aspectos del extensivo proceso — todo estaba minuciosamente detallado.

—Cristo. —Dijo Remus, cuando finalmente terminó de leerlo. —Ustedes han hecho todo esto…

—La mayoría lo hizo Sirius. —James sonrió, —De hecho, básicamente todo lo hizo Sirius. Investigó la mayoría durante las vacaciones de verano, mientras estaba aburrido. Una labor de verdadero amor.

El estómago de Remus dio un vuelco. No sabía que decir — ¿Cómo podría negarse después de eso? Repentinamente vender cigarrillos robados a magos menores de edad se veía, de hecho, bastante aburrido.

Estaba acordado que empezarían a trabajar fervorosamente en las vacaciones Navideñas. Cuando todos estuvieran lejos de Hogwarts. Remus se había asegurado de tener permiso de Matrona, McGonagall y Madam Pomfrey para pasar el receso con los Potters, y como siempre, Peter vivía solamente camino arriba. Sirius estaba con un ánimo apagado para el final del término — hasta que recibió una nota muy corta durante el desayuno una mañana:

Para el Amo S.O. Black III.

No se requerirá su presencia en el hogar familiar este invierno. Haga lo que desee.

Firmado,

Orion Black.

—¡Sí! —celebró James, casi dando vuelta su avena, —¡Tal vez incluso te den permiso por el verano, a este paso!

—¿Qué hay de Regulus? —preguntó Remus, tentativamente, en voz baja en caso que Sirius quisiera pretender que no lo había escuchado.

—Oh, el pequeño Príncipe Reg irá a casa para Navidad, —respondió Sirius, metiendo la nota en su bolsillo. —Solo me han des-invitado a mí. Bien. Perfecto. Excelente. A ellos no les importa; a mí no me importa.

No se animó apropiadamente hasta que estaban empacando. Sirius le mostró a Remus secretamente los regalos que le había comprado al Sr y la Sra Potter — un hermoso reloj de cadena dorado y un hermoso broche de granate.

—¿Crees que estén bien? —preguntó nervioso, —mi familia es una mierda haciendo regalos, entonces nunca sé realmente…

—Black…Sirius, son…o sea, son perfectos. No te preocupes. —Remus sintió una sensación de hundimiento mientras pensaba sobre la pequeña caja destartalada de galletas de gama media que le había comprado a sus anfitriones. No podía hacer nada a estas alturas, había hecho su mejor esfuerzo.

All the young dudes - españolWhere stories live. Discover now