Capítulo 143 : Séptimo Año: Colapso

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viernes 24 de marzo de 1978

03:00

Remus rodó de nuevo. No podía dormir; sentía demasiado calor con el edredón puesto encima; pero luego senti demasiado frio si lo empujaba. Sus piernas seguían enredadas en las sábanas, su almohada tenía bultos y en algún lugar de la torre de Gryffindor un grifo goteaba, lo que lo estaba volviendo loco. Además de todo eso, simplemente no se sintió cansado.

Suspiró profundamente y se dio la vuelta de nuevo. A su lado, Sirius gimió.

— Moony, eres mi mejor amigo, y probablemente tomaría miles de maldiciones por tí, pero si me despiertas una vez más, no me hago responsable de mis acciones. — Dijo todo esto sin abrir los ojos.

— Lo siento — susurró Remus — creo que es la luna, no puedo dormir.

— Mmmrgh.

— Perdón.

Se levantó de la cama. No servia de nada mantenerlos despiertos a los dos.

Fuera de las cortinas de la cama, en la oscuridad de la madrugada de su dormitorio, Remus se quedó un rato junto a la ventana. Era una noche clara y la luna estaba casi llena. Solo le faltaba un pedazo; se preguntó si alguna vez había visto una luna llena con sus propios ojos humanos. Quizás, pero probablemente había sucedido demasiados años atrás como para recordarlo.

El bosque bajo la luna se vio oscuro, con sombras. A Remus le pareció increíble que en tan solo unas pocas horas más él y sus amigos estarían corriendo a través de esos árboles oscuros y misteriosos como si fuera su propio patio de recreo personal. Justo ahora, se vio aterrador; como un gran pozo negro que podria tragarte entero.

Solo cuatro lunas más en Hogwarts. ¿Y entonces qué?

Dejó ese pensamiento a un lado para otro momento.

Remus miró su propia cama vacía, sin entusiasmo. Las cortinas no se habían corrido durante semanas, porque nunca dormía allí; solo la usaba para hacer la tarea. Por consiguiente, estaba cubierta de libros, plumas rotas, envoltorios de chocolate y bolas de papel arrugadas. Incluso si hubiera estado ordenada, las sábanas parecían frías y poco atractivas a la luz de la luna. Habría vuelto a suspirar, pero no quería hacer más ruido.

Habían unas galletas en la sala común. Una lata de garibaldi de la señora Potter. Si tomaba su libro y sus cigarrillos, podría tener unas horas agradables antes de quedarse dormido o de que fuera la hora del desayuno. Su estómago gruñó, y esa fue la decisión que tomó. Se puso un par de calcetines horribles (eran de Peter, en realidad, pero nunca a él no le importaba llevar sus cosas), tomó su varita y su libro, y se arrastró hacia la sala común, teniendo cuidado en no pisar el escalón chirriante , saltando por encima de este.

Cuando Remus abrió la puerta de la sala común, se dio cuenta demasiado tarde de que no estaba solo. La chimenea estaba encendida y las lámparas alrededor de los sofás brillaban cálidamente. Una figura estaba acurrucada en el sofá de terciopelo rojo más grande, envuelta en una gruesa manta marrón, con solo una larga trenza negra sobresaliendo en la parte superior. En el sillón, agarrando una taza de tibio ovaltine, mirando fijamente al fuego, estaba Marlene. Ella miró hacia arriba cuando él entró, y Remus no tuvo más remedio que sonreír afablemente y acercarse a ella.

Mientras se acercaba, pudo ver que sus ojos estaban oscuros y pesados, sus mejillas enrojecidas y manchadas de lágrimas.

— Hola — dijo en voz baja, para no despertar a Yaz.

Ella dio una pequeña sonrisa lejana, desplegándose levemente, secándose las mejillas.

- Hola.

—¿Estás bien? — Se paró lo suficientemente cerca. No quería saber la respuesta. Se arrepentía de haber bajado, y deseaba con cada fibra de su ser estar de vuelta en la cama con Sirius, recibiendo una patada en la espinilla cada vez que rodaba de su parte.

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