Capítulo 88: Quinto año: Punto muerto

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Martes 16 de Marzo de 1976

Para cuando llegó la próxima luna llena, quedó claro que Remus y Sirius habían llegado a un punto muerto*. Remus había intentado ser indirecto, llamar la atención de Sirius durante las comidas o las raras noches en las que estaban todos juntos. Trató de quedarse atrás en el dormitorio para ver si Sirius se quedaba atrás también. Pero no tuvo suerte. Los ojos de Sirius nunca se encontraron con los suyos, y siempre era el primero en salir de una habitación con Remus en ella.

Aparte de tenderle una emboscada a Sirius en algún lugar (lo que se negó a hacer), Remus se estaba quedando sin opciones. La petición de otra llamada telefónica con Grant fue respondida, con una nota en el sobre con la letra pulcra y brutalmente clara de la m
Matrona. 'Destinatario ya no conocido en esta dirección'.

Estaba completamente solo.

Una vez, Remus pensó que estaba cerca de atrapar a Sirius. Iban a dejar Encantamientos, y James se había detenido para hablar con el profesor Flitwick, Peter se había ido al baño, por lo que Remus y Sirius se encontraron esperando solos en un corredor concurrido. Aprovechó la oportunidad y dijo en voz baja:

— Mira, lo de la otra noche...

— Sí, estábamos todos tan borrachos, ¿verdad? — Sirius se rió, fuerte, lo suficientemente fuerte como para que la gente se volviera y mirara. — De la cabeza. ¡Apenas puedo recordar la mitad!

— Er... sí, claro. — Remus se retiró.

Era una completa mentira, ambos lo sabían. Pero fue uno de esos casos horribles en los que se suponía que ninguno de los dos debía reconocer la mentira; solo seguir pisando sobre ella. No podías empujar a Sirius más lejos de lo que él estaba dispuesto a ir. Y claramente no estaba dispuesto a ir… allí.

Luego, por supuesto, estaba Mary. Si Sirius quisiera a Remis de la misma manera que Remus quería Sirius, entonces seguramente habría terminado con lo de Mary. Pero no, Remus iba a tener que aceptar el hecho de que no había tal cosa como 'lo de Mary'; era la relación de su mejor amigo, y no iría a ningún  lado a corto plazo. Ella estaba en cualquier parte donde él estaba, y la mayoría de las veces en su regazo.

Durante este tiempo, Remus coqueteó brevemente con la idea de la leglimancia. Ser capaz de leer la mente de Sirius era muy atractivo. Pronto se rindió, encontrándolo mucho más difícil que cualquier otra cosa que hubiera intentado. Además, con su programa de revisión ahora en pleno apogeo, tenía muy poco espacio en su cabeza para nuevos hechizos.

Ahora, en la noche de luna llena, Remus se sentó solo en la Casa de los Gritos, esperando a que llegaran sus amigos y sin saber si serían dos o tres. En realidad, se estaba volviendo un poco paranoico, pero eso no era culpa de Sirius. En un intento de escapismo, Remus había estado pasando más y más tiempo en los invernaderos, espaciando y llenándose de un adormecido humo verde. No era ideal. Mejor que beber, supuso. Mejor que recibir detenciones por travesuras estúpidas.

Había fumado ese día en particular para calmar sus nervios alrededor de la luna y para ver si tenía algún efecto sobre los dolores de transformación. Aunque Dios sólo sabía cómo sería un hombre lobo drogado.

Un dolor agudo le quemó los omóplatos y jadeó de sorpresa. Bueno, así fue como terminaba el experimento.

— Buenas noches, Moony — se abrió la puerta y James asomó la cabeza.

— Está empezando — Remus apretó la mandíbula — Date prisa, entra.

James se transformó rápidamente y fue seguido a la habitación por una gorda rata marrón y un gran perro negro. Remus cerró los ojos, aliviado.

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