Capítulo 103: sexto año: Doce noches

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Notas:
A: uso de drogas (marihuana), alcohol, cigarrillos y sexo (nada gráfico).
Capítulo demasiado largo

Jueves 20 de Diciembre de 1976

Sirius cantaba en la ducha. Remus no estaba seguro de si esto era algo nuevo, o si lo había estado haciendo durante años y Remus simplemente no se había dado cuenta, por lo general trataba de evitar los momentos en los que Sirius estaba en la ducha. De todos modos, mientras Remus se vestía, lo escuchó y sonrió. No tenía mala voz, en realidad, nada especial, pero afinaba al menos. En ese momento estaba obsesionado con The Doors y había perfeccionado una imitación del profundo grito americano de Jim Morrison:

— C’mon, c’mon, c’mon now TOUCH ME BAAABE — gritó sobre los silbidos de los grifos. Podría haber sido entrañable, incluso seductor, si no lo hubiese estropeado cantando la parte de las trompetas — ¡BA-DAH Ba-daah...!

Salió del baño envuelto en una nube de vapor, su piel enrojecida, su camisa húmeda por su cabello. — ¿Qué? — Le arqueó una ceja a Remus — ¿Sin aplausos?

Remus puso los ojos en blanco y abrió la puerta del dormitorio.

— Date prisa, me muero de hambre...

Se sentía raro salir del aislamiento de la torre de Gryffindor, donde ya se habían sentido como en casa, y entrar al resto del castillo, donde todo era igual. Llegaron temprano para desayunar, y los dos Ravenclaw, una chica y un chico, se sentaron más cerca de ellos esta vez.

— ¿No es ridículo que sirvan tanta comida cuando solo hay cinco estudiantes? — La chica, que tenía grandes gafas de ojo de gato y un par de pecas, comentó: — Parece un desperdicio...

Los platos frente a ellos se habían llenado de huevos fritos, tocino, salchichas, morcilla, frijoles horneados, tomates fritos y tostadas, sin mencionar cereales, gachas y jugos de frutas.

— Nah — respondió Sirius, mirando a Remus llenar su plato — Claramente nunca has visto a Moony comer.

— Cállate. — Remus respondió, su boca ya llena.

Aún así, los Ravenclaw observaron, fascinados, hasta que Remus se sintió demasiado avergonzado como para seguir comiendo. Afortunadamente, en ese momento llegó una distracción en forma de búhos matutinos. Uno aterrizó frente a Remus. Tres frente a Sirius.

— Eres popular. — El chico de Ravenclaw se inclinó. Era delgado y pequeño, con la nariz puntiaguda.

— No lo animes. — Dijo Remus. Su propio paquete era suave y estaba envuelto en papel de color lavanda. Era de Lily, no tenía ninguna duda. Sirius tenía cinco o seis sobres de colores brillantes, ninguno rojo, notó Remus con alivio. No habían vociferadores de Walpurga este año.

— Vamos a patinar sobre hielo antes del almuerzo — la chica de Ravenclaw sonrió, alegremente — El lago está congelado. ¿Quieren venir?

— Suena bien — asintió Sirius, arrojando a un lado su correo sin abrir. Remus lo recogió antes de dejar la mesa del desayuno y se lo llevó a la habitación.

— ¿Son todas estas tarjetas de Navidad? — Preguntó, hojeando.

— Oh, sí, eso creo. — Sirius se encogió de hombros, abrió su armario y rebuscó en el fondo, sacó calzones y zapatos viejos que ya no usaba.

— ¿De quiénes son?

— Personas.

Remus frunció el ceño, luego vio algo en la mesita de noche de Sirius. Otro montón de cartas sin abrir. Empezó a abrirlos. Sirius claramente no estaba interesado.

All the young dudes - españolWhere stories live. Discover now