Capítulo 2

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'El amor lo conocí en la Isla de Jeju, con diecisiete años. Tenía nombre, apellido, y la sonrisa mas bonita que he visto en mi vida.

Desde entonces, lo busco en cada persona con la que comparto algún rato de cariño, pero nadie jamás ha conseguido hacerme sentir como lo hizo él.

Sí, habéis leído bien: él.'

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- No entiendo por qué tenemos que ir a esa maldita excursión. - protestó Jimin, mientras empacaba algo de comida y agua fresca en su mochila. - ¡Ni que fuéramos extranjeros para hacer turismo!

- Jimin, es importante cultivarse y conocer tu propio país, ¡no seas paleto! - le reprochó su madre con desgana. - Además, vamos a ver sitios muy bonitos, seguro que te encantarán.

- Sí, seguro... - musitó el castaño, en voz baja, convencido de que su madre se equivocaba.

El señor Kim había alquilado, en su local de confianza y como hacía todos los años, un coche del que dispondrían durante las dos semanas de vacaciones. Así podrían desplazarse a dónde quisieran sin depender del transporte público, cosa a la que parecían tener alergia.

- ¿A dónde vamos? - preguntó Jin, sentado a su lado, abrochándose el cinturón.

- A la cascada de Cheonyijeon. - le respondió su padre, ajustando la altura de los espejos. Los dos chicos resoplaron al unísono dejándose caer en los respaldos de sus asientos.

- ¿De qué os quejáis? ¡Es una preciosidad! - protestó la señora Park, molesta.

- Mamá, ¿de verdad vuestra idea de excursión es ir a ver un trozo de agua caer? - Jin no pudo evitar soltar una carcajada al escuchar la respuesta de su hermanastro.

- ¡Jimin! - le regañó el señor Kim, mirándolo por el espejo. - Vamos a pasar un bonito día en familia, ¿está bien? - el castaño asintió a regañadientes y se dedicó a observar el paisaje, en silencio, durante todo el trayecto.

Tenía que reconocer que el lugar era bonito, no podía negarlo. Pero ya que estaba de vacaciones forzadas, prefería pasarlas tranquilo leyendo algún libro en la piscina del resort o escribiendo alguna de sus historias, tumbado en la cama con el aire acondicionado al máximo, sin pasar calor y sin excursiones innecesarias.

Jimin amaba la literatura, y adoraba escribir, cosa que hacía desde pequeño. Su madre guardaba varias cajas repletas de las historias que había escrito. Con muchas de ellas había ganado premios, incluso una vez ganó un certamen infantil a nivel nacional.

Si algo tenía claro en la vida, es que haría todo lo posible para convertirse en un gran escritor cuando fuera mayor.

- Vamos a comer algo primero y luego recorremos la ruta. - les dijo la señora Park a ambos chicos, que caminaban desganados.

Pero el semblante de los dos cambió por completo al escucharla, pues el amor por la comida era otra de las pocas cosas en común que Jimin tenía con su hermanastro.

Aunque a diferencia de él, Jin era un chico atlético y musculoso, con una espalda de infarto. Y él, a su parecer, era demasiado bajito y sus mejillas demasiado rellenas. No se odiaba, pero tampoco se gustaba demasiado y no se consideraba atractivo en absoluto.

Caminaron tras los adultos en busca de un buen restaurante donde sentarse a almorzar, Jimin sabía perfectamente que ni su madre ni su padrastro se conformarían con cualquier cosa, así que no pudo evitar sorprenderse cuando eligieron un sitio, apenas un par de minutos después.

El amor lo conocí en Jeju [Vmin]Where stories live. Discover now