✪La confrontación y el zorro✪

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Dos días habían pasado desde el momento en que la morena le había enviado el mensaje al moreno.
Dos días en los que no le había visto por los pasillos de la universidad, ni por el campus. Dos días donde solo había recibido un par de cortos mensajes que le indicaban a la menor a donde debía ir para que pudiesen encontrarse.
Para su suerte, era un lugar donde pasaba mucha gente, por lo que su preocupación había menguado, pero no había desaparecido.

Aquel día el cielo estaba gris, haciendo que los recuerdos del día de su ruptura con su expareja le hiciesen negar con la cabeza.
No debía pensar en eso...

―Ahh... Si Tom estuviese aquí ―susurró la fémina apretando con cierta fuerza sus puños para darse cuenta de lo que había dicho y darse dos buenas palmadas en las mejillas―. ¡No! ¡No debo pensar en ese pervertido!

Se dijo a si misma la chica mientras tomaba sus cosas y salía de su habitación, no sin antes mirar hacia atrás, observando la vacía habitación. Pues desde aquella mañana en la que el demonio le había atacado y lo había alejado de ella, no había vuelto a saber absolutamente nada de él.
Por una parte, se sentía más tranquila al no tener que estar atenta en todo momento. Y por la otra... bueno, sabía que había algo que fallaba, puesto que la noche que había mandado el mensaje, el demonio no estaba en su habitación.

No sabía que estaría haciendo, ni tampoco si estaba bien o mal, pero... Tampoco creía que el que el azabache desapareciese de la noche a la mañana fuese bueno.

"Soy una contradicción andante" ―pensó la chica negando para así tomar las llaves de su hogar y simplemente empezar a alejarse.

[...]

En otro lugar, un moreno esperaba paciente a la aparición de cierta morena de brillantes ojos azules. Sus largos dedos repiqueteaban la mesa, acompasada y lentamente. Su pierna derecha cruzada sobre la izquierda, mientras escuchaba los susurros de las mujeres que pasaban por su lado, y los celosos comentarios de los hombres que le observaban.

Pero nada de eso podía importarle, solo estaba mirando cada dos por tres su reloj. Viendo que la hora de acercaba, y que poco a poco sus nervios aumentaban con el paso de las manecillas.

"Pronto estará aquí" ―pensó con una leve sonrisa mientras respiraba profundamente para calmar sus nervios.

Nuestro ángel

El chico allí se tensó, y un punzante dolor en su cabeza le hizo gruñir con fuerza mientras bajaba su puño bajo la mesa y apretaba con verdadera fuerza su mano izquierda.
Mientras empezaba a temblar superficialmente, llamando la atención de algunos clientes.

"Relájate, debes relajarte..." ―pensó el hombre gruñendo, y pronto sintió un roce en su espalda que le hizo alzar su mirada y respirar aliviado.

Cuando alzó su vista a la chica, la observó con sumo detalle, deleitándose con el dulce aroma que ella tenía, y ese destacado perfume que tanto le gustaba.
Esa dulzura en sus gestos, y la preocupación que tenía en su rostro, que se disipó cuando vio que el chico estaba bien.

El hombre solo pudo suspirar aliviado, pues una parte de él temía que ella no fuese a la cita que habían acordado.

―Acabemos cuanto antes Orfeo ―dijo ella sentándose frente al chico, y cuando el camarero pasó, la chica no pidió nada―. Sólo hablemos de lo estrictamente necesario, ¿quieres? ―El hombre allí asintió suavemente, y antes de decir nada, ella ya le había preguntado―. ¿De qué conoces a Tom? ¿Cómo sabías de su existencia?

El moreno en ese instante afiló su mirada, ¿por qué ella tenía que llamarle de un apodo cariñoso a esa criatura?

―No puedo darte todos los detalles del cómo le conozco. Pero puedo decirte que él, es una persona destructiva, un ser despiadado que no dudará en devorar tu alma en el momento que menos te lo esperes. Así son los demonios, y deberías alejarte cuanto antes de ese tipo.

My Demon ©Where stories live. Discover now