✪Castigo✪

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Los murmullos no se hicieron esperar. Todos en el castillo; la servidumbre, los seres de la noche y monstruos que llegaban como invitados de otros mundos, e incluso los guerreros con los que había luchado codo con codo. Todos se encontraban hablando del caso del demonio de la destrucción.
Nada más los dos reyes habían marchado a la orden de su superior.
Las noticias entre los sirvientes volaron, y pronto, todo el mundo sabía lo que el azabache había hecho.

Aunque quizás penséis: "No ha hecho nada malo, simplemente se enamoró..."
Sí, para los humanos, el concepto de amor, en su gran mayoría es algo que es normal.
Pero por parte de los demonios, era un tema completamente distinto. Normalmente, una relación entre demonios es más por el mero acto sexual, el puro frenesí y la adrenalina que te produce dicho acto. Una relación entre demonio y demonio era previsible en algunos casos, y a veces, podías hablar de verdadero amor.

Pero si hablamos de un humano y un demonio. Era algo abominable, tanto en el mundo de los terrestres, como para los diabólicos y malévolos seres que habitaban en el reino del dios del caos.
No había forma ni humana, ni sobrenatural de ver aquello. Era algo inconcebible. Una idea que a muchos repugnaba. Pues en su mayoría los demonios solo utilizaban a los necios humanos que caían presas de sus pactos.
Y así llevaba siendo desde 'La caída', como llamaban los demonios a la erradicación que hubo en el mundo de los humanos de parte del tercer rey en la línea que sustentaban los dioses del caos. Su nombre, fue Fargor, uno de los antiguos reyes de la historia demoníaca más reconocido, por su poder, por su maldad, por su locura, y por su insaciable sed de sangre, viniendo de ahí su apodo: "El rey sangriento".

El porqué del tabú de una relación entre un humano y un demonio, aún hoy en día ninguno de los habitantes de aquel desdichado mundo sin nombre podía expresar la verdadera razón.
Los reyes, que cada miles de años cambiaban con sus sucesores -bien porque eran asesinados, o bien porque simplemente ya no deseaban ocupar su trono-, simplemente se regían por las leyes inquebrantables que fueron creadas tras 'La caída'.

Y ahora, el azabache, quien para los humanos solo se había enamorado, debía aceptar las consecuencias en su lugar de origen.
Aunque no sentía ningún tipo de vergüenza, simplemente comenzaba a sentir una enorme rabiar mientras se encontraba haciendo el aclamado "paseo de la vergüenza", delante de todos aquellos demonios y luchadores inferiores a su ser, quienes le miraban con una burlona sonrisa, criticando en susurros lo que había hecho.

Pero... El chico se sentía tranquilo, quería partirles la cara a todos aquellos que se encontraban hablando mal de él, de eso no había duda, el único y verdadero problema, era que sabía a qué tipo de castigo debía enfrentarse, y no podía, ni quería estar separado demasiado tiempo de su pequeño y adorable ángel.

Sabía que tenía que hablar con ella después de lo que había ocurrido. Y tenía que buscar una solución con su ingeniosa lengua de plata para que no tardase demasiado en volver al mundo de los humanos.
Necesitaba verla... Al igual que necesitaba partirle la cara a cierto dios de las mentiras que se había atrevido a profanar la boca de su linda pareja.

"En el momento que te vea, vas a enterarte Doknel..." ―pensó el chico apretando con fuerza sus garras para después suspirar suavemente y gruñir al momento en que comenzaron a tirar de sus cadenas para que fuese más rápido, pues debían atravesar los portones que les dirigirían a la sala del juicio, pero, aquel no era el camino―. Oye, ¿a dónde estamos yendo?

Preguntó el chico extrañado al ver cómo se dirigían a otra zona del castillo. Pero ninguno de los monjes se atrevió a contestarle. Cosa que le hizo estremecer suavemente, más al ver cómo se iban acercando a la escalera que les llevaba a las mazmorras.

"Mierda" ―pensó el demonio sabiendo lo que aquello significaba. Y no tenía mucho tiempo, debía pensar con claridad qué debía decir para poder librarse del castigo que iba a llevarse a cabo. Puesto que, una vez te llevaban directamente a las mazmorras... no había juicio, simplemente te sentenciaban.

My Demon ©Where stories live. Discover now