✪Recordemos...✪

2K 178 22
                                    

Tras varios días movidos por la universidad y también por el demonio que rondaba en mi vida. Hoy me encontraba sola en la floristería -siendo un día tranquilo aquel, sobre todo teniendo en cuenta que siempre estaba llena de gente la tienda-, por el ruego de algunos clientes mi madre había tenido que salir a pedir unos encargos especiales ante la insistencia de dichas personas. En su lugar yo simplemente los habría mandado a paseo, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de pedidos que nos llegan a través de la página web. Pero mi madre era demasiado buena, y aprovecha hasta la más mínima coyuntura para poder hacer feliz a la gente.

Y más que sentirme triste por estar sola, me sentía realmente relajada, ¿por qué?
Porque no tenía a cierto y molesto demonio -que ya llevaba varias semanas conmigo- rondándome como un animal en celo.
Esa misma mañana, nada más despertar, él estaba en su forma demoníaca, y con una sonrisa me dijo: ― Me voy durante unas horas, me han surgido algunos asuntos. Pero tranquila, volveré para que puedas disfrutar de mi compañía.

Y después de ello, simplemente se marchó. Y no voy a mentir, festejé por lo mismo.

El único problema era que su burlona sonrisa -la cual ya llevaba soportando un buen tiempo- no desaparecía de mi cabeza. Lo único que hacía cada que la recordaba era sacarme de quicio.
Y con total sinceridad, que tardara bastante en regresar o que simplemente se quedara en su mundo sería un maldito regalo para mí, ese gato era demasiado pesado.

Ante tantos pensamientos, un suspiro escapó de mis labios, miré la taza de té que sostenía con calma entre mis manos, observé como el vapor del cálido líquido se alzaba, y poco a poco se iba perdiendo en el espacio de la sala.

Y mi memoria, traicionándome una vez más, me hizo recordar el cómo había llegado a estar donde me encontraba.

Sola, y encima con un demonio que no me dejaba en paz. Sólo de recordar ese momento hace que mi estómago se contraiga junto a mi pecho, pero... no podía evitarlo.

[...]

Era un día nublado, ambos estábamos tomando una taza de café -de té en mi caso- en una de mis cafeterías y tetarías favoritas de todo Manhattan, la Blank Slate Tea.

Recuerdo muchas cosas de él, como que normalmente hablábamos de temas triviales y serios, dando nuestras opiniones y compartiendo muchas de ellas. Recuerdo que nos divertíamos riéndonos de nuestras tonterías y siempre podía ver en aquellos fríos ojos de color gris, un brillo de afecto y cariño que solamente profesaba por mí -o eso deseaba yo creer- se instalaban en ellos. Además, siempre podía ver una tierna y tenue sonrisa en ese serio rostro que solamente me mostraba a mí.

Pero... aquel día parecía distinto, muy distinto en verdad.

Su rostro estaba más serio que nunca, no parecía querer mostrar emoción alguna, sus ojos no estaban fijos en mí como solían estar, esta vez parecían estar perdidos en el paisaje de la ciudad, observando a la gente pasar a través de la cristalera del establecimiento. Su mano sostenía su taza de café, -la cual ya había dejado de echar aquel vapor que indicaba que el amargo líquido, estaba frío-.

En ese momento mi mente me dijo que no le preguntase nada, pues parecía haber tenido un día duro. Pero mi corazón era otra historia, pues muchas veces él siempre, por muy duro que fuese el tema me contaba que había sucedido, siempre buscando mi apoyo.

Pero no aquel día, por lo que... ¿qué podía haber pasado para que estuviese en aquel estado y no desease contarme nada?

Y allí cometí el primer error: Preguntar.

―Orfeo... ¿te encuentras bien? ―mi rostro cambió a uno de preocupación de manera instantánea, y mi mano de manera inconsciente acarició el dorso de la suya, buscando su mirada.

My Demon ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora