✪¿Cita doble y un encuentro no deseado?✪

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Nervios.

Eso era lo que estaba recorriendo a cada instante y a una velocidad vertiginosa todo el cuerpo de la artista de cabellos marrones. El porqué, no se debía a que Akane y Curt hubiesen conocido al demonio que ella misma había invocado -por pura casualidad- y creyesen que era su primo, tampoco lo era el que pudiesen descubrir la verdad y con público incluido al encontrarse en aquellos instantes en una de las cafeterías más concurridas de Nueva York. No, con la actuación del demonio era realmente complicado. Eso no era lo que estaba causando que los sistemas de la chica italiana estuviesen colapsando a cada segundo que pasaba y que por igual sus piernas no parasen de vibrar con cierto nerviosismo. No, la verdad de ese momento, era muy distinta.

Puesto que, la verdadera razón por la que se sentía tan sumamente agitada no podía ser otra más que cierto azabache no paraba de tocar de manera 'accidental' alguna parte de su cuerpo -sobre todo sus muslos-, y que, además, cuando lo hacía de manera descaraba, conseguía disimular su 'falta', con una actuación impecable, digna de un óscar. Consiguiendo así que la pobre chica no parase de pasar vergüenza ante aquellas acciones. Lo peor era que ella le pedía que se estuviese quieto por lo bajo, para que la pareja sentada frente a ellos no descubriese nada. Pero estaba claro que algo sucedía y esos dos frente al demonio y la artista eran realmente curiosos.
Cada que preguntaban, la morena simplemente negaba con la cabeza o se inventaba alguna disparatada excusa que se le pasase en aquel momento por la cabeza.

Y como no, el demonio no podía estar más contento. Pues ahora podía molestar a la morena todo cuanto quisiera, después de todo... no sabía cuándo la chica no tendría tantas barreras a su alrededor como en aquel momento. Ya que cuando estaba con él a solas, aquella mujer parecía poner gigantescas murallas entre los dos para que él no se acercase más a ella, y aunque aquello no debería molestarle en lo más absoluto, acababa sintiendo la rabia hacer que su sangre hirviese. No por nada, si no porque si su relación no mejoraba, el pago no sería tan satisfactorio y delicioso. Y el hombre sabía de lo que hablaba después de tantos pactos hechos a lo largo de su extensa vida.

Aunque eso por ahora no le podía importar menos al demonio, después de todo, tenía una eternidad para vivir a comparación de ella, y era divertido joder a la mujer y avergonzarla para que sacase esas caras tan raras que le hacían reír. Así que, por el momento estaba bien esperar... aunque a veces se desesperaba con el comportamiento de la mujer. ¿¡Qué más podía darle que él la tocase y besase si se sentían bien los dos?!

Él por muchas voces tenía bien sabido que era un buen amante. ¡No tenía nada de lo que quejarse!

Pero bueno, todo llegaría con tiempo, él lo sabía. Siempre ocurría... y después, simplemente lo tomaría todo de ella y desaparecería como muchas veces había hecho. Nada iba a cambiar con aquella mujer.
En ese instante, aún con la idea fija en su mente, él observó a la fémina nerviosa, pero todavía sonriendo en dirección a su amiga. Parecía tener una luz propia, agradable y atrayente para su persona. Y cuando se explicaba, podía notar como sus hoyuelos se acentuaban más por la emoción de su anécdota, haciendo reír al chico por aquellos gestos adorables.

Y en ese momento palabras del dios de la destrucción llegaron a su cabeza y su mirada se endureció por unos instantes y negó una y otra vez— "Eso no sucederá, no pienso permitirlo..." —gruñó mentalmente el chico y apretó con cierta fuerza su puño bajo la mesa.

—...m —el sonido a su alrededor comenzó a convertirse en zumbido, él no escuchaba a nada ni a nadie, simplemente estaba en silencio, con una mirada realmente seria mientras sus ojos se opacaban y sus garras comenzaban a sobresalir sin que él se diese cuenta—...om —una queda voz, podía escucharla a lo lejos, pero él se mantenía centrado en su ira y rabia, hasta que una voz reconocida, junto a una mano pequeña sobre la suya le despertó del ensueño, haciéndole parpadear sorprendido— ¡Tom!

My Demon ©Where stories live. Discover now