✪Pillados infraganti✪

1.2K 112 15
                                    

—Em... A-Akane, yo, te juro que puedo explicar todo esto —dije con una sonrisa nerviosa mientras tenía un muy notorio sonrojo en mis mejillas.

Todo debido a la tremenda vergüenza que recorría por mi cuerpo ante la situación que sucedía en aquel instante.
Y había tres razones esenciales para ello.

La primera y principal razón: Tenía un demonio depravado sobre mí con una sonrisa que intentaba convencerme de hacer cosas que seguramente avergonzarían a Eros -aunque la realidad era completamente distinta-.

La segunda de las razones: Que me encontraba solamente en ropa interior y estando en una posición exageradamente comprometida. Pues él, se encontraba entre mis piernas y con sus manos tomando mis muñecas para ponerlas sobre mi cabeza, impidiéndome cualquier ruta de escape. Siendo que su rostro estaba excesivamente cerca del mío para evitar que mirase a un lado, y sinceramente su mirada tóxica me estremecía, aunque jamás quisiera admitirlo en voz alta.

Y la última razón: Mi mejor amiga estaba parada en mi puerta -pues había entrado a mi casa con la llave que mi madre le había dado para emergencias-, mirándome fijamente, con sus ojos abiertos al completo junto a su boca. Y allí, parada, no supo que decir al verme con Tom en aquella posición.

¿Cómo había llegado a esta situación?

Podría decirse que los sucesos hasta llegar a este momento, eran cómicos, un tanto tristes y al mismo tiempo me hizo comprender, que entre este demonio azabache que tenía encima de mi cuerpo y yo, había algo más que un simple pacto. Y sinceramente, eso me tenía aterrorizada.

Pero centrémonos en cómo llegamos aquí, pues todo comenzó hace una semana.

º º º º º º 

Un día como otro cualquiera, la menor se había levantado con relativa tranquilidad, una calma tal, que se sentía realmente extraña. Cuando abrió sus párpados, fue solo por el hecho de que la alarma la había despertado. No debido a ningún tipo de gruñidos molestos porque esta estuviese sonando.
Ella se encontraba sola en su gran habitación, no había nadie más. Observó cada rincón del lugar, intentando ver si el demonio se estaba escondiendo otra vez en su forma de gato para asustarla, pero nada.

En ese momento se sentó con sus brazos cruzados, aunque no lo admitiría en alto, pero le parecía extraño y hasta, sentía que la habitación se sentía un poco vacía por la ausencia de ese estúpido gato callejero que siempre estaba a su alrededor.

Ante aquel pensamiento, la fémina abrió sus ojos sorprendida y pronto se abofeteó la cara.

—No, no, ¡no! —dijo la menor negando con la cabeza y tomando el coletero de su muñeca se hizo un moño un tanto desordenado. Y con una sonrisa sentenció: —Entonces a trabajar se ha dicho.

Tras aquello, con la sonrisa de oreja a oreja la morena se crujió los dedos y la espalda y fue directa hacia la silla de su escritorio, sentándose, y con buen ánimo.

Y aunque ella no lo supiera, la única suerte que iba a poder tener en toda la semana, sería la de haberse cambiado el horario para no tener que ver a Orfeo en ningún momento. Después de lo sucedido en la cafetería su mejor decisión había sido cambiar su horario para poder mantenerse lo suficientemente alejada de él. Sobre todo, para no cometer ningún error del cual pudiera arrepentirse más adelante.

Centrándose en sus estudios, aquel día todo había estado realmente tranquilo, al menos las primeras horas de la mañana, mientras estudiaba y limpiaba no había notado ni advertido ninguna señal de parte de cierto demonio con tendencias pervertidas y felinas. Y sinceramente, eso la mantenía más relajada para poder continuar con sus quehaceres y con sus trabajos, mucho, mucho más relajada.
Mientras estaba haciendo sus dibujos, podía escuchar tranquilamente sus obras favoritas de Beethoven -como Claro de Luna-, y también podía escuchar miles de listas de reproducción que tenía en su teléfono, concentrándose más todavía y crear unos dibujos que debía adelantar para la siguiente semana.

My Demon ©Where stories live. Discover now