✪Dulce placer ✪

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El demonio miró fijamente a la fémina tras lo que había dicho, esta sentía como su respiración volverse irregular a medida que pasaban los segundos, al igual que el pulso de su corazón. Y él, tras lo que la chica había dicho no se había movido ni un solo centímetro.
Aunque sabía que aquello le habría sorprendido al chico. Y en verdad a los dos, pues no esperaba que fuese a decirle aquello.
Lo que no tomó en cuenta fue ese brillo peligroso y seductor en la mirada del azabache, aunque serio, sabía que esa mirada significaba que le había gustado que le pidiese aquel pequeño 'favor'.

Entonces, cuando estaba a punto de desviar la mirada, el hombre tomó con su índice y pulgar el rostro ajeno y le hizo mirarle por segunda vez.

―No huyas angioletto ―sentenció el mayor mientras afilaba su mirada.

A la fémina se le escapó un suave jadeo ante aquella acción, intentó apartarse, pero una mano en su cintura, la obligó a levantarse y su aliento al instante le había sido robado al momento en que los labios del hombre habían chocado con los suyos, permitiendo que una sensación eléctrica recorriese su cuerpo de pies a cabeza.
Pero era distinto, no era como aquellos besos que anteriormente le había ofrecido, y también robado.
Sentía como ese estaba lleno de pasión y lujuria desenfrenada. Era la pura seducción que atraía a su mente y cuerpo y hacía arder su interior de una forma insana, consiguiendo que la chica perdiese casi la fuerza en las piernas.

Caeli llevó sus manos al cuello del azabache, y él la levantó tomándola de su trasero, ambos girando suavemente sus cabezas, haciendo más profundo el beso. Ambos saboreando los labios del otro, pues sin darse cuenta, habían perdido el control, y cuando sus lenguas se encontraron, el ambiente se volvió mucho, mucho más excitante.
Ese gesto había conseguido que el hombre estrechase con más fuerza a la fémina y le robase un jadeo cuando acabaron en la pared y el demonio, aprovechando aquella coyuntura, había mordido el labio inferior de la morena, y le había robado un gemido al momento de apretar sus manos en el trasero ajeno, mientras con fuerza la pelvis de la chica, haciendo que ella se sonrojase a rabiar. Ella, sin poder evitarlo tembló por ese acto.

Una vez más, aprovechando la coyuntura que los jadeos de la chica le daban, saboreó a conciencia ese dulce sabor que la boca de la fémina le ofrecía -o eso se imaginaba-. Consiguiendo que ella temblase, tirando con cierta fuerza de las hebras oscuras del chico.

Él gruñó por ese gesto, y con una sutil acción, comenzó a flotar con ella en brazos -quien tuvo que sostenerse de él rodeando con sus piernas las caderas de Tom-, ella se sonrojó, pero junto con él sonrió por aquella escalofriante sensación que recorrió sus músculos al sentirse más unidos, de una manera lenta y tortuosa, que los hacía desear juntarse más -si es que era posible-.

Pero rompiendo esa atmósfera que les rodeaba, la chica soltó un leve chillido al instante de ser soltada y de caer con un poco de brusquedad sobre el mullido colchón de su cama.

Sus párpados se abrieron sorprendidos, y su mirada fue dirigida al chico, con un sutil tono curioso, inocente, sorprendido, pero al mismo tiempo coqueto. Haciendo que la mecha del demonio se prendiese rápidamente de una manera ridículamente eficaz.

Caeli se le quedo mirando fijamente. Una vista digna de ver, pues de solo ver como esos músculos se tensaban hacía que algo en su interior hormiguease, poder ver su apolínea y bronceada piel que no había tenido oportunidad de apreciar con tanto detenimiento con anterioridad.

Lo primero que hizo, fue quitarse la oscura camisa que llevaba. Allí la fémina comprendió qué debía hacer, aunque una pequeña vocecita le decía avergonzada que no lo hiciese, que iba a arrepentirse, pero ante el calor del momento, simplemente se comenzó a deshacer de la ropa como él lo estaba haciendo, ambos con ansias de poder estar desnudos frente al otro.

My Demon ©Where stories live. Discover now