✪Distanciamiento y, ¿castigo?✪

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Ya hacía tiempo que lo notaba, ese demonio realmente deseaba llevarme a mi perdición.
Y temía por mí, ya que me llamaba la atención ver cuan dulce podía llegar a ser ese llamativo y pecaminoso hombre.

Por eso debía alejarme, tratar de sobrevivir y alejarme del peligro. No debía caer en esa tentación, pues a lo único que realmente me llevaría sería a mi trágico final.

Ahora no podía dejar mi vida -por muy tentativa que la idea de pecar con ese demonio pareciese-. Mi madre todavía me necesitaba, por mi parte comenzaba a olvidarme de Orfeo, de alguna manera, conseguí que dejase de importarme tanto tener que verlo en clases -más o menos-.

Pues sí, él se había cambiado el horario, y ahora, por una razón que desconocía, trataba de acercarse a mí, y realmente era molesto, no quería que él se acercase.
Porque aún sabía, que en una parte mi corazón, él seguía presente, y no quería volver a caer. No quería volver a sufrir por él. Y aunque no me dejase influenciar por Orfeo y sus palabras. Todavía estaba presente cierto demonio. Y él era una de las cosas que más me preocupaban en aquel momento de mi vida, mucho más que el mismísimo Orfeo.

º º º º º º

Desde hacía un par de semanas, más concretamente desde el incidente. La morena había estado evadiendo de manera descarada al demonio, y ahora, en ningún momento se separaba de la cruz que mantenía alejado al azabache de ella.

Este por su parte, al ver que la chica ya se había dado cuenta de su presencia como hombre y demonio -y no como molestia-, ya no podía sacar la energía necesaria de ella para mantener su forma humana, que solamente la utilizaba de vez en vez para molestar a la artista, y para charlar animadamente con el escritor, con el que había compartido la primera vez que se vieron, su número.

En aquel momento en realidad, no había un verdadero problema -aunque no tenía la fuerza de antes por culpa de cierta morena- y realmente, tampoco pasaba el mismo tiempo que antes en la habitación de la menor, pues cuando solamente era ignorado, con cierta molestia se marchaba.
Y ahora, se encontraba en aquel palacio que tanto conocía. Tomando unas copas con el dios del caos y rey de los demonios, que al mismo tiempo acompañaba el vino con un buen queso, como si no le hiciese falta respirar. Aunque no quitaba el hecho que también bebía como un maldito vikingo.

―No lo comprendo ―dijo dando una pausa bastante pronunciada mirando como su amigo no paraba de comer y beber sin detenerse ―. Mira que lo intento, pero nunca consigo entenderlo, no tienes fondo joder―dijo el azabache suspirando mientras se bebía de un trago lo que le quedaba en el vaso.

El dios con sus mejillas hinchadas cual ardilla, arqueó una de sus cejas, y miró fijamente al demonio, que mantenía su mirada perdida en el techo. Siendo que otro mayordomo les había traído más alcohol. Y en aquel momento, el de cabello azul afiló su mirada al menor al ver como este tomaba la botella para bebérsela él solo.

―Y dime, ¿qué tal con la humana, has conseguido su alma y finalizado el contrato? ―el ruido de un cristal romperse llamó su atención. Al ver la bebida tirada por la mesa, mezclada con el cristal y la sangre oscura del demonio, juntándola con la mirada tóxica del mismo brillando con más fuerza y molestia, le habían llevado a una simple conclusión ―. Parece que no.

El chico en aquel momento gruñó y una sirvienta le trajo otra botella para que, cuando su herida se curó, él tomarla, abrirla y comenzar a bebérsela sin control.

―¡Oye, oye! ―Gritó quitándole la bebida de la mano el mayor―, ¿¡qué coño te pasa?!

El azabache bufó, y se levantó para ir a tirarse en el cómodo sofá del estudio para volver a quedarse mirando al techo.

My Demon ©Where stories live. Discover now