✪Juntos al fin✪

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Volviendo al mundo de los demonios, todo el castillo estaba muy ajetreado, los nigromantes y los hechiceros oscuros preparaban las pócimas de regeneración. Los siervos y siervas del rey estaban de aquí hacia allá, llevando decenas de vendas y también de elementos curativos para tratar al sucesor del dios apocalíptico.
Y en aquel momento, en una de las recámaras de aquel enorme castillo, un aullido de dolor fue escuchado por todos aquellos largos pasillos, helando la sangre de los sirvientes que se acercaban o que se encontraban en aquella inmensa estructura.
En aquella habitación, se encontraba la gente que más sufría el dolor del demonio de cabello azabache, los médicos... y también el rey, quien tenía sus puños siendo apretados con fuerza.
Pues estaba viendo a su amigo, desnudo y sudoroso. Jadeando y con su piel más pálida mientras que el doctor le estaba inyectando los generadores que hacían que el dolor se sintiese más mientras sus heridas se curaban.

― ¿Por qué Lontek te ha atacado en el mundo humano? ―preguntó el rey sentándose frente a la cama mientras el menor estaba arqueándose ante el dolor sus heridas y también de sus huesos regenerándose.

― ¡GAGH! ¡Y-Ya te lo he dicho! ¡Iba a por Caeli! ―gruñó clavando sus garras en las sábanas de seda rojas que cubrían el colchón donde estaba tumbado.

― ¿Por qué irían a por una simple humana? ―preguntó Tuldirm mirando al azabache con una ceja extrañada. Y allí, el menor se intentó erguir, con sus ojos brillantes por la rabia que sentía y las venas de su cuerpo marcándose por ese oscuro color que las hacía resaltar más.

― ¡No lo sé! Pero me dijo que vendrían más... ―bufó mientras apretaba con fuerza sus puños, clavándose sus garras en sus palmas―. Debo recuperarme rápido para volver a verla, tengo que protegerla ―dijo intentando levantarse y un crujido en su cuerpo le hizo tensarse en su lugar― ¡GH!

Él, aún con el dolor recorriendo cada partícula de su cuerpo, intentó levantarse con toda la energía que podía acumular, pero una mano en su pecho y una fuerza sobrehumana, le hizo volver a tumbarse, arrancándole el aire y un grito sin sonido por el dolor que le volvió a azotar en el cuerpo.

―Primero vas a recuperarte idiota. Así no sirves de nada ―dijo con una vena saltada en su frente y por un momento se quedó callado para después mirarle de nuevo―. Y no quería decírtelo... pero ya deberías tomar su alma. Vuestro contrato aún sigue vigente, y vas a ponerte más en peligro si sigues por este camino, aún no has encontrado la forma de romperlo sin que ella...

― ¡No! ―dijo el azabache negando―. Le... prometí que lo rompería.

― ¡No se puede! ―gritó el moreno haciendo que todo el lugar se quedase en completo silencio―. Una vez un humano ha hecho un trato con uno de nuestra especie, dicho contrato es casi imposible. Y si no avanza, aparte de quedarte atado a ella te obligarán a devorar su alma mientras está viva, ¡esa es la ley, Mir!

En ese instante el azabache sonrió ladinamente y se apoyó sobre sus antebrazos para negar.

―No Tuldirm... tengo una pista, todo va a salir bien, y después ella no se va a... ―sonrió y antes de poder acabar su frase, todo se volvió negro ante su vista.

El rey de cabello azul movió suavemente su mano y miró a su inconsciente amigo para echar su cabello hacia atrás.

―Idiota... ―gruñó el dios para mirar a la doctora―. Cuando despierte no le permita salir hasta que no esté totalmente recuperado, es una orden.

Sentenció el rey mirando con firmeza a la mujer, que, silenciosa y manteniendo la compostura, asintió suavemente con su cabeza, no queriendo contrariar al dios, el cual ya parecía bastante enfadado.
Nada más cortar su oración, miró al azabache, que lentamente se iba recuperando, pero ya sin ningún grito de por medio, ya que se había desmayado.
Tras su orden, simplemente salió de la habitación, cerrando con fuerza la puerta, apretando sus manos con rabia. Pues con cada cosa que estaba ocurriéndole a su sucesor, podía ver como la historia estaba repitiéndose, quizás no de la misma forma, pero... sabía cómo iba a acabar, y todo apuntaba a que iba a ser un horrible final.

My Demon ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora