✪Llevando flores al cementerio✪

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El sol, una vez más volvía a hacer acto de presencia. En cambio, la morena, sabiendo que día era, no deseaba salir de su capullo de sábanas y mantas. Y solo negaba con la cabeza al sentir la luz traspasar las telas.
No quería creer que había llegado el día, ni tampoco lo rápido que habían pasado los días y todavía no era capaz de ver a su novio.

"Joder" ―pensó la fémina apretando con fuerza sus puños, poniendo sus nudillos blancos de la presión que hacía.

En cambio, tuvo que aflojarlo, cuando alguien acarició con delicadeza, la zona donde se encontraba su cabeza, esa caricia tan lenta y cariñosa que le hizo suspirar al saber de quien se trataba, comenzó a deshacerse de las sábanas para así sacar su cabeza y encontrarse con esos ojos verdes que le miraban con cierta tristeza, pero con el cariño prevaleciendo con un radiante brillo.

La ropa negra de su madre solo le hizo desviar su mirada, el verla solo le afirmaba que verdaderamente, el día había llegado.

Con mucha lentitud, la morena empezó a levantarse, sin que su madre le dijese nada. Pero lo único que consiguió fue quedarse sentada en su cama, con su mirada perdida en un punto fijo de su gran habitación.
La caricia en su espalda le hizo reaccionar, girando su rostro en dirección a su madre, que le miraba con un gesto dulce y aunque no lo mostraba, también con un gesto afligido que se ocultaba tras esa sonrisa que le enseñaba para animarla. Consiguiéndolo, aunque solo fuera por unos instantes.

Ya no era que no quisiera que el presente día llegase y así no recordar la gran pérdida que ambas sufrieron. Ya había pasado un mes desde que se habían llevado a su pareja. Y sólo había sentido que todo había ido cuesta abajo desde entonces, y que encima, le habían engañado.
Sin demasiada gana, se levantó de la cama. Su madre la miró con gesto calmado y sin más se marchó para dejar espacia a su pequeña, saliendo de la habitación, y miró a la artista de perfil.

Quien, ante ese simple gesto, había comprendido a que se refería.
Con lentitud, se dirigió hacia su armario y tomó un vestido negro liso. Sus bailarinas y una chaqueta del mismo color.

Se vistió y se miró al espejo, parecía que el tono de su piel había palidecido.
Se veía blanca, como si se tratase de una aparición. Aunque con los que le habían estado acechando desde la lejanía quizás no era de extrañar que acabase volviéndose uno de ellos.

―Ah... No ―se dijo apretando suavemente sus puños y se miró al espejo para darse unas palmadas, cada una más fuerte que la otra.

Tras dejar sus mejillas rojas, negó con la cabeza para así sonreír. Ese día debía ser fuerte, debía ayudar a su madre en todo lo posible. No podía simplemente dejarse llevar por sus emociones. Aunque estas realmente quisieran joderle viva aquel día.

Con calma comenzó a arreglarse un poco con la poca ropa oscura que poseía y al escuchar un suave maullido, se tensó notablemente, apretando el vestido entre sus manos. Y al girar su vista a la ventana, tensarse al no ver nada... quizás, solo había sido su imaginación, pues allí solo estaba la morena, quien aflojó su agarre y miró con decepción a la vacía habitación.

―Joder... ―susurró quedamente la de ojos azules, sintiendo un pinchazo en su pecho―. Debo dejar de imaginar cosas.

Tras aquello, la chica se dirigió al baño terminar de arreglarse. Sin saber, que cierto gato de ojos verdes, subido en el tejado, solamente se encontraba suspirando y arañando con fuerza el techo molesto, puesto que no podía hablar con la morena, simplemente observarla, después de haber estado casi un mes para poder recuperarse y encima encerrado buscando como romper el pacto.
Después de todo ese tiempo en el que la menor no había salido de sus pensamientos, después de todo ese tiempo que le habían impedido moverse o salir del castillo, después de noches enteras sin poder dormir, después de todo ese tiempo, había conseguido escaparse para poder vigilar a la chica y que nada malo le pasase, aun así, sabía lo importante que era aquel día... y no podía hacer nada más que observarla de lejos. Y Ukothri y Doknel no habían ayudado demasiado, pero... había sido gracias a ellos que Tuldirm no había sido tan duro con Tom, todo para poder ver a Caeli. Solo verla.

My Demon ©Where stories live. Discover now