Convenio

11.3K 1K 677
                                    

1/2

—Señorita Garzón —llamaron a la puerta después de dar dos golpes en ella.

—Entre —di la orden poniéndome de pie para quitarme la chaqueta que traía encima, hacía mucho calor.

—La busca una mujer —levanté las cejas acomodando la chamarra en uno de los percheros cerca del escritorio.

—¿Tiene cita conmigo? —volví a mi lugar para revisar mi agenda en el computador que tenía al frente.

—No señorita.

—¿Entonces? —reté al hombre que me asistía por interrumpirme con aquel detalle; —Mejor dime si ya tienes el contacto que te pedí hace unos días.

—No señorita — volvió a responder haciéndome voltear los ojos.

—Entonces ponte a trabajar —indiqué haciendo una seña para que cerrara la puerta.

Volví a la computadora solo para revisar la hora, casi eran las 5 de la tarde y tendría que salir a Nueva York para cerrar algunos acuerdos relacionadas al negocio familiar.

Dos años habían pasado ya de haberme recibido en Bienes Raíces, mi papá se había retirado para dedicarse a las películas dejándome todos sus contactos y muchas responsabilidades encima. Con Franzo decidimos abrir un despacho inmobiliario para tener un lugar fijo de trabajo y asistir a él solo cuando fuera necesario.

La puerta volvió a ser golpeada, pero esta vez no esperaron a mi respuesta.

—Majo, me comenta tu secretario que necesito cita para venir a verte —sin necesidad de mirarla supe de quien se trataba. Tanto tiempo había pasado y me seguía jodiendo con ese sobrenombre.

—No es por nada Susi, pero estoy ocupada —levanté la mirada para ver como ya se había instalado en el asiento que tenía frente al escritorio.

—Yo lo sé, tu papito también siempre estaba ocupado cuando se dedicaba a eso —asentí esperando a que fuera al punto de su visita.

—A veces decidimos hacer más que solo disfrutar del dinero que tenemos y seguimos haciendo más, para las personas como tú — sonreí notando su incomodidad, —Digo, no eres la única a la que le gusta vivir bien sin hacer absolutamente nada más que lucir ropa bonita y ya.

—No vine a discutir contigo —reí cediendo a no pelear, de todas formas, desde que había empacado mis cosas para irme a vivir sola, más que tenerme harta a veces compartíamos buen tiempo en familia.

—Entonces, ¿Para qué soy buena? —volví a mirar la hora para luego cerrar la computadora y poner atención en el recordatorio de mi celular. Mi vuelo saldría en unas horas.

—Para sacarme de quicio, pero ese no es el tema —volteé lo ojos porque solo me estaba haciendo perder el tiempo, —Tu papá llega de su viaje esta tarde, y le organicé una cena en Bel Air para que nos acompañes a recibirlo, en dos días vuelve a viajar por el tema de su película que está por estrenar.

—¿Y te parece prudente venirme a avisar dos horas antes? —mi molestia era obvia, yo ya tenía planes y eso sólo me retrasaba, aunque claro que quería ver a mi papá.

—Nos enteramos esta mañana y puse a Valentina a organizar todo, de haberlo sabido antes te habríamos dicho, hace mucho no ves a Juanqui —y si, tenía razón, en los últimos años mi vida solo era trabajo, y más trabajo; la mejor estrategia para mantener mi mente ocupada del pasado.

—¿A qué hora llega?

—Debe aterrizar en una hora, en lo que llega a la casa estaríamos comenzado a las siete la pequeña reunión —asentí de nuevo mirando la manera de ir a saludarlo y pasar un rato con ellos antes de irme.

Neptuno 26 | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora