Viaje

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Llegué a su lado e inmediatamente me agaché para llamarla, no atendía simplemente seguía inmóvil sobre el piso.

Desesperada busqué una almohada que acomodé por debajo de su cabeza, me volví a incorporar para ir al intercomunicador y llamar al servicio de emergencia, mismos que me indicaron el lugar en dónde guardaban las cosas de primeros auxilios en caso de ocuparlos hasta que llegaran.

Volví a Daniela quién mantenía de forma habitual su respiración, acomodé sus piernas flexionadas y me mantuve llamándola.

—¿Amor? —repetí en distintas ocasiones hasta que la vi removerse con fuerza.

Intentó levantarse pero inmediatamente la regresé al suelo preguntándole el cómo se sentía.

—Cosita —sonrió débilmente para luego cerrar los ojos.

—Te dejé bien, ¿Qué pasó? —dije tratando de controlar todas las emociones que verla inconsciente dominaron mi ser.

—Creo que tú pecera y yo no somos buenas amigas —su comentario me hizo sonreír con tristeza, al parecer había sido víctima de un ataque de pánico o algo parecido.

—En cuanto recuperes las fuerzas vamos para la habitación de allá arriba, no permitiré que te vuelva suceder algo así —le advertí mirando a nuestro alrededor.

—Una mantarraya pudo conmigo —comentó y de nuevo la volteé a ver, —Se comió a Juli y me iba a llevar con ella.

—¿Te sientes bien? —negó reacomodando su cabeza sobre la almohada.

—Vamos allá arriba —decidí pensando en que si la pecera la mantenía de esa forma ya no debía estar ahí.

Negando otra vez se acomodo de lado, insistí.

Con cuidado la ayudé a ponerse de pie y la lleve conmigo hasta el ascensor, salimos directamente a la sala en dónde quiso acostarse de nuevo, pero no la dejé hasta que llegamos a la habitación.

—Vendrán a revisarte —asintiendo se escuchó el timbre, me apresuré a abrir viendo a dos personas llegar, un doctor y una enfermera.

Narré la situación mientras caminábamos a la habitación en dónde Daniela seguía en su trance. Desde la puerta observé que tomaban sus signos vitales mientras cruzaba mis brazos, estaba preocupada por lo sucedido.

El doctor hizo algunas preguntas a mi castaña para cerciorarse de que haya vuelto a la realidad, finalmente le di un par de pastillas que con mi ayuda se tomó.

—Son calmantes y probablemente vaya a quedarse dormida por algunas horas —dijo en cuanto los acompañé a la sala, —Es mejor que no esté sola y que lo más pronto que pueda la revise algún médico especializado para descartar alguna situación que pueda existir —asentí llevándolos a la puerta, —Que no se someta a situaciones que le causen miedo o la hagan sentir insegura —fue lo último que dijo al salir.

—Gracias —pronuncié antes de cerrar.

Me recargué en la puerta solo un segundo para pensar en lo que había sucedido, mi cabeza no había dimensionado que tan contraproducente para la salud de mi novia resultaba el estar en un lugar como ese.

Suspiré culpable emprendiendo el camino a la habitación, como lo había dicho el doctor Daniela ya dormía.

Me acerqué a ella y dando un beso en su mejilla la abracé.

Dejarla sola en la pecera, gran idea María José.

Me culpé una vez más recordando que había dejado el carrito de servicio abajo, aprovechando me levanté y fui por el, observando a detalle el resto de la habitación por si se encontraba alguna otra cosa nuestra para ya no tener que volver a bajar.

Neptuno 26 | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora