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No esperé ni si quiera una respuesta para cambiar el modo de mi teléfono a "No molestar"  para en seguida guardarlo.

Después de parar a cenar volvimos a tomar marcha a nuestro destino.

Ese camino al club lo pasé concentrada en el bombón que tenía a mi lado, con su plática me entretenía y con su sonrisa me cautivaba, casi como Daniela.

Cuando pasamos por fuera de Neptuno me sorprendió ver muchísima gente, era cuatro o cinco veces más la multitud que esperaba por entrar.

Agité mi cabeza después de pensar en Daniela, tenía que concentrarme en esa noche y su presencia en mi cabeza no me estaba ayudando mucho.

Dos cuadras más tarde y próximas a llegar a La Luna, las luces de las patrullas policiales llamaron nuestra atención.

—¿Qué pasó aquí? —preguntó la morena entre dientes, tratando de visualizar más allá de las luces y la gente que abandonaba el lugar.

En ese momento recibió una llamada, supuse era de las personas que la habían invitado. Miré a mi alrededor a la gente que pasaba, todas con rumbo a Neptuno.

—Sí, está bien —habló la chica con la persona con la que tenía la llamada, —En un momento voy para allá, igual estamos afuera, adiós.

Colgó el teléfono dándose la vuelta para tomar camino al club de Daniela.

—Al parecer hubo una inspección y encontraron drogas —suspiró esperando en la hilera de autos, —Terminaron la fiesta muy temprano —se quejó mirando la hora en su celular, eran casi las 11 de la noche, —Pospusieron el evento, pero están en tu club favorito, ¿Quieres ir?

—Pues... —lo pensé por el mensaje que ya le había enviado a Daniela.

—O vamos y les decimos de otro lugar —me animé más por esa idea, así que salió de la fila del valet y aparcó enfrente, solo estaríamos un par de minutos afuera, no tendría por qué haber problema.

Bajamos del auto decididas a mezclarnos entre la gente para poder llegar a su amigos.

Mi corazón estaba palpitando muy rápido, no quería encontrarme a Daniela, no con Laura a mí lado, no porque sabría el motivo de mi mensaje, no porque estaba segura de que nuevamente se enojaría y probablemente dejaría de querer verme.

Suspiré para tranquilizarme, esto estaba poniendo mis nervios de punta.

Tenía esa sensación de que todo lo estaba haciendo mal y aunque lo sabía no planeaba dejar de hacerlo.

Cuando al fin llegamos a sus amigos me los presentó y comenzaron a hablar de otros lugares a los que podrían ir a pasar la noche.

Las sirenas de las patrullas se hicieron notar quedando frente al lugar en el que ahora estábamos.

—¿Aquí tampoco nos dejarán entrar? —uno de los amigos de la Villa se quejó.

—Vámonos a mi casa —propuso otro de ellos, —hacemos una fiesta en la alberca.

—Me parece ese plan, —sujetó mi mano y después me preguntó a mi —¿Te gusta la idea?

Asentí caminando con ellos de regreso a dónde habíamos aparcado.

—Me adelantaré al auto, ¿Los esperas? —cuestionó ahora al ver que sus amigos debían recoger su coche.

Sintiendo un beso sobre mi mejilla vi cómo caminó hasta su deportivo.

Las sirenas se escucharon nuevamente y con ello vi que bajaron tres hombres, caminando directamente a la entrada de Neptuno.

—Ya regreso —mencioné a los amigos de Laura con la intención de ver por qué abordaban ese lugar.

Neptuno 26 | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora