Computador

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El sonido de teléfono hizo que me reacomodara en el presente. Aún confusa por lo que creía que había pasado tomé la llamada.

—¡Hola, cosita! —la voz de la mujer que escuché al otro lado hizo que mi estrés cesara, —Lamento no haber llamado más temprano, pero pensé que seguirías dormida.

—Hola, ¿Lo del Tipi si pasó? —cuestioné rápidamente al tomar asiento en la cama.

—Sí, ¿Estás bien? —sus palabras me devolviendo a la Tierra.

—Hasta dónde recuerdo dormí abrazada a ti, desperté y no estabas, además de que las cosas de la bolsa —le expliqué exaltandome al revivir lo que minutos atrás había sentido, —No sé, pensé que había soñado.

—Pareció un sueño —aclaró, —Pero volvimos esta madrugada.

—¿Y por qué no estás aquí conmigo? —fruncí ceño aún sabiendo que ella no podía verme.

—¿Ya viste la hora que es? —dijo pacientemente, haciendo que me fijara en el reloj del teléfono, pasaba de la una de la tarde, —Por más que lo hubiera deseado tenía que volver a mis deberes, pero ya te extraño —escuché como suspiro haciendo que mi corazón comenzará a multiplicar sus pulsaciones.

—¿Tú acomodaste mi pasaporte? —quise salir de dudas porque aún no entendía como es que había llegado hasta ese sitio.

—Si, lo guardé en un cajonero de tu cuarto, tomé mis documentos para llevarlos más tarde a Neptuno.

—Ahora entiendo, ¿Te veré más tarde? —averigüe para quitarme esa sensación de que me hacía falta.

—Es complicado, después de la oficina me reuniré en el club con Taylor y probablemente con Abi para saber qué trabajaron durante mi ausencia —explicó mientras sacaba ropa de mi clóset.

—Bueno, llego a Neptuno como a las ocho —le informé antes de que pudiera decir algo más.

—Te veo mejor a la hora de la comida, ¿Sí? —propuso.

—Eso es más rápido de lo que pensé —reí nerviosa, —¿Me voy a Los Ángeles?

—Nos vemos en Westwood, en el lugar de la otra vez, ¿Lo recuerdas? —dándole a entender que sabía cómo llegar terminé la llamada y me metí a bañar. Cuanto más rápido pasara el tiempo, más pronto la podría ver.

-

Bajé del auto frente al restaurante "Granita Grill", después de la noche en el que había despertado en la camioneta de Daniela no me había vuelto a parar por ahí. Era un lugar básico en dónde por lo único que sobresalía era por su comida, bastante modesto a mi gusto, pero era lo que había y no me podría exigente.

Observé el celular antes de ver como un auto se orillaba casi frente a mí, bajó el vidrio dejándome ver qué quién conducía era Daniela. Me sonrió y en seguida dijo que iría a estacionar el vehículo.

Me quedé pasmada ahí por aquello, estaba conduciendo un Mclaren P1 negro, nada comparado con su Jeep de siempre.

Seguí el camino que tomó con la mirada sin éxito alguno, nuevamente la avenida se encontraba vacía.

Suspiré volviendo a ver la entrada del restaurante, iban a ser las cuatro de la tarde y claramente mi estómago estaba pidiendo que lo alimentara.

—Hola —brinqué al escuchar el susurro de una voz con la que ya me había familiarizado.

—Me espantaste —le hice saber viendo que sostenía el chip del auto con una de sus manos.

Al mismo tiempo logré visualizar que vestía con un pantalón blanco y converse del mismo tono, la parte de arriba estaba compuesta por un crop top rojo y una chamarra de pants blanca, tan pequeña como su blusa. Su cabello estaba suelto, con medias ondas que complementaban los broches que sujetaban parte de él por encima de su oreja.

Neptuno 26 | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora