Divo

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Cerré los ojos al sentir el contacto de su boca contra mi cuello, me estaba gustando mucho que sucediera, con Pau siempre era tan placentero. Sujeté los costados de su blusa y la levanté con el fin de quitarla; fui distraída una vez más al sentir boca contra la mía.

El sonido en el celular de Pau comenzó a presentarse, como era evidente lo ignoró. Dos, tres, cuatro tonos más tarde y yo harta de que no me podía concentrar se incorporó a revisarlo.

Descansé sobre la cama pensando en lo que estaba sucediendo, escuché como mi amiga atendía una llamada cerca de uno de los ventanales. Aproveché para ponerme de pie y buscar ropa que ponerme escuchando al tiempo como tocaban a la puerta del cuarto. 

Miré a lo lejos a Pau, quién se acercó rápidamente por su ropa y fue hacía el baño, cuando me quedé a solas abrí encontrándome con mi papá.

—¡Hola hija! ¿Estabas durmiendo? —me saludó con una gran sonrisa.

—No papi, ¡hola! —me acerqué a él para darle un beso en la mejilla.

—Quiero que me acompañes, ¿Recuerdas que te dije que te tenía una sorpresa? —mi mente viajó hasta la mañana del día anterior, cuando había llegado con Pau y estaba desayunando.

—Obvio me acuerdo —sonreí comentándole que me pondría algunos zapatos. Él atento asintió y esperó fuera del cuarto.

—Pau, qué bueno verte —saludó a mí amiga, quién con el teléfono en la mano caminó hasta la puerta.

Aproveché que se pusieron a platicar para ponerme algo quizá más decente; saqué uno de los primeros vestidos que tenía cambiándolo por el pijama, tomé unas zapatillas que combinaran y así salí.

Mi papá no dudo ni un segundo en adularme y Pau bueno, solo se había quedado mirándome.

—¿Quieres hacer que no deje de pensar en la escena de hace un momento? —preguntó viéndome de reojo con voz baja.

—No sé de qué hablas —sonreí sin verla.

—De esto —habló en el momento que sentí sus dedos pasar por encima de uno de mis pechos.

—¡Tonta! —me quejé mientras divisaba que mi papá no mirara eso.

—¿Todo bien niñas? —preguntó bajando las escaleras.

—De maravilla Juan —habló mi amiga caminando conmigo detrás de él.

—Poché —me llamó y aproveché para caminar a su paso y quedar a su lado, —Hoy viene Susei, me voy a ir a cenar con ella, —me quedé en silencio tras su aviso, ya no podía hacer más, —También viene Vale, para que se entretenga con ustedes, pasamos el plan de ayer para hoy —volteé los ojos después de ese último comentario logrando controlarme y no decir nada malo.

Llegamos a la puerta de acceso en dónde Dylan abrió escoltándonos hasta el recibidor, ese lugar en el que los autos se estacionan para dejar que las personas, permitiéndolas bajar y entrar a la casa.

—¿En dónde será la sorpresa? —indagué pensando en el que quizá no sería en la casa porque estábamos esperando al chófer.

—Está llegando mi amor —contestó mi papá mostrándome el auto negro que se aproximaba. Hasta que llegó a estacionarse frente a nosotros.

—Vaya sorpresa —dije sarcástica al ver como mi papá ayudaba a bajar a su novia, y después a la joven que venía con ella.

—Majo, ¡Qué bueno verte! Estás hermosa —se acercó a mí la mujer que fácilmente tendría quince años más que yo.

Neptuno 26 | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora