Malé

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—¡Mucho gusto! —la mujer celebró acercándose a mí para saludarme con la misma efusividad que a Daniela, —Soy Victoria Irarrázabal —dijo su nombre mientras la seguía ignorando. Aún no me cuadraba la forma en que Daniela me había presentado con ella.

—¿Una amiga? —cuestioné para Daniela sintiendo la necesidad de salir huyendo de ese pequeño restaurante.

—No, yo quise decir... —antes de que siguiera hablando me di media vuelta y haciéndole caso a mis pies crucé la puerta para volver a la sala en qué esperábamos abordar.

—Una amiga —repetí en mi cabeza sintiendo en mi estómago el mismo nudo que se formó con las palabras de Daniela, —¡Una amiga! —pronuncié en voz alta muy de mala gana.

—Ella es una amiga —la voz de Daniela resonó a mis espaldas mientras sujetaba una de mis manos y hacía que me detuviera, —No me refería a ti.

—Cállate —sentencié evitando verla, ahora yo era la que había escuchado mal.

—Me confundí, pensé que eras tú la que me había preguntado quién era —fruncí aún más mi ceño al escucharla.

—¿Ahora no reconoces mi voz? —reclamé tratando de hacer que me soltara.

—Cosita, me equivoque, no lo hice a propósito —trató de convencerme, pero como era obvio no iba a ser suficiente, —Mi cabeza asoció que tú lo preguntabas porque estaba segura que no te habría parecido el hecho de haberla encontrado ahí.

—Ya no hables, ni trates de justificarte —le pedí volviendo a desviar mi rostro de ella, —Suéltame —reclamé mi mano.

—Vamos, para que la conozcas ...

—¡No quiero! —frené sus ganas de que la acompañara, —Y suéltame que lo último que quiero es cancelar este maldito viaje —enfadada sentí como dejaba libre mi muñeca, sin opinar algo más volví a girarme hasta llegar a los sillones de espera en dónde tomé asiento.

Tras veinte minutos en los que se sentó a mi lado los altavoces advirtieron que se comenzaría el abordaje así que me puse de pie, seguida una vez más por ella. Saqué los pasajes de la mochila que cargaba y tomando el mío le ofrecí la bolsa, misma que recibió sin decir algo más.

Abordamos después de un grupo de jóvenes, tomé asiento sobre el lugar indicado e inmediatamente coloqué los audífonos en mis oídos para escuchar algo mientras mi cabeza seguía pensando a gritos.

Trataba de entender "la confusión" de Daniela, igual tenía sentido, ¿O no? Después de aquel imprevisto y de que fue tras de mí no la había visto volverse a la tal Victoria quien no se me ocurría quien podría ser o de donde había salido, lo que si pensaba era que era bastante guapa y bien podría gustarle a la chica que se había sentado a mi lado.

La idea sola me puso aún más de malas, también existía esa posibilidad y también tenía sentido.

Quizá le gustaba.

Sentí que mi ceño se frunció al mirarla de reojo, probablemente el que le gustara había sido la principal razón por la cuál le había dicho que yo era su amiga.

La miré en ese momento con la cabeza al frente y su vista sobre la pantalla que existía en la parte de atrás del asiento de enfrente. Su mandíbula también se encontraba tensa y sería, era eso o estaba triste.

—¿Me dejas explicarte quien es ella y de dónde la conozco? —cuestionó al darse cuenta que la veía.

—No quiero hablar —seguí de orgullosa centrando mis ojos en la pantalla que también tenía al frente para poner cualquier cosa en un volumen bastante alto para mí mismo gusto.

Neptuno 26 | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora