Arrepentida

17.9K 1.5K 1.2K
                                    

Maratón 1/3

24 de diciembre 2019

Después de recordar el día en que la conocí reviví lo que significaba para mí, no podía solo seguir acostada y fingir que no sucedía nada.

Me senté solo para pensar bien lo que haría, después de lo grosera que había sido con ella no podía solo llegar y decirle que la amaba, no me lo perdonaría; pero mi inquietud por buscarla, la misma que había sentido desde el día en que se despidió hizo que me levantara y me cambiara de ropa.

Elegí un jean con un suéter rosado, coloqué un poco de color en mis pómulos y arreglé mi cabello por encima.

Salí de la habitación para bajar las escaleras y tomar las llaves de la camioneta, por lo regular nunca me dejaba guiar por mis instintos porque prefería pensar en todas las opciones antes de tomar una decisión. La diferencia esa noche era la chiquita en cuestión.

Conduje en silencio sin dejar que la cordura me traicionara, para eso tomaba valor de la botella de vino que había abierto para la cena, misma que me acompañaba en el camino mientras la vaciaba en mi estómago.

Estacioné el auto fuera de la mansión de la familia Garzón, caminé hasta la puerta para tocarla siendo recibida por uno de los vigilantes de la propiedad.

Al decirme que la hija mayor del dueño no se encontraba solicité que llamaran a Valentina, espere algunos minutos antes de verla asomarse por la puerta principal.

—Hola —dije con cautela, no sabía cómo es que la pequeña tomaría mi visita a esas horas de la noche, —Feliz Navidad —traté de romper el hielo viendo como la expresión de su cara cambiaba.

—¿Gracias? —respondió con duda. Sonreí y luego me acerqué para abrazarla, se había quedado inmóvil.

—¿Cómo están? —estructuré tratando de disipar el ambiente tenso que existía.

—Poché me contó la forma en la que trataste, pensé que le dirías lo que me dijiste en la boda —atacó segura de sus palabras, lo contrario al como yo me sentía.

—Es por eso que vine —adelanté antes de que siguiera hablando.

—Pues no está —lanzó de mala gana.

—¿En dónde está? —volteó los ojos —Vale, quiero explicarle, quiero hacerlo ahora que no existe nada de por medio.

—¿Y tú piensas que te diré nada más porque sí? —bufó cruzándose de brazos, —¿Por qué la trataste tan mal?

Bajé la mirada arrepentida por aquel encuentro que tuvimos en mi oficina.

—No sé —tirité, —No sé Vale y me siento mal con todo esto —suspiré, —Todos los días me repetía lo mierda que era por mantener en secreto mi relación con Mariana y luego después de ese día no dejo de confirmar la persona que soy.

—Yo creo que te pudiste evitar todo esto.

—Yo creo que sí, pero no puedo seguirme lamentando y por eso vine a buscarla —intenté justificar el por qué hasta ese momento me paraba afuera de su casa.

—Ya te dije que no está, y yo tengo frío así que lo siento —se dio media vuelta y luego intentó entrar por la gran puerta hasta que la detuve.

—Por favor —imploré, —Si sabes en dónde está dime, necesito explicarle todo —traté de mantenerle la mirada hasta que de nuevo la bajé, era mucha la culpa que sentía, —Hoy estuve recordando mi vida antes de ella y me di cuenta de que es quien me salvó —narré sintiendo como el agua de mi cuerpo se acumulaba en mis ojos, amenazando con salir en cualquier segundo en forma de lágrimas, —Las navidades anteriores y lo que pudo haber sido esta —mi voz se cortó en el momento que reviví en mi cabeza la ilusión de tenerla conmigo en la víspera de Navidad, —La amo —admití antes de sentir los brazos de Valentina rodear mi cuerpo, —Y lo arruiné desde el momento que consideré que lo mejor era mantener oculta la situación con Mariana —lloré una vez más, pero esta vez al recordar mi relación con Poché y las oportunidades que tuve de ser sincera, —Quiero verla.

Neptuno 26 | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora