Lavabos

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Sus palabras me habían tomado por sorpresa, nunca habíamos tocado el tema de vivir juntas, y no era que me desagradara, porque en ese momento ella era todo lo que quería ver, ella era con quién quería estar, ella era con quién quería ser y por supuesto ella era todo lo que quería querer.

—¿Cómo dijiste? —quise que lo repitiera. Necesitaba estar segura de haber escuchado bien, antes de que mi mente comenzará a crear historias fantásticas con ella.

—Dije que cuando te vengas a vivir conmigo, se hará todo lo que tú quieras —estructuró con la misma determinación que segundos atrás.

Sonreí incrédula reacomodándome en la tina sobre mis rodillas para quedar frente a ella

—¿Todo, todo? —asintió tomando la misma posición que yo.

—Lo que tú quieras, cosita —suspiró sin dejar mirarme.

Sonreí nuevamente viéndola con la misma expresión a ella, lo que sentía en ese momento parecía no caber en el espacio que estábamos.

Como atraídas por un imán, nuestras bocas no dudaron en dejarnos saber su gusto por la otra. Mis labios jugaron con los suyos sintiendo su lengua intervenir junto con la mía.

—Métete a la tina conmigo —susurré apenas pude, sin querer alejarme de ella, sin querer parar de besarla.

-

Luego de una larga sesión de besos y caricias en la bañera decidimos que era momento de salir, si no queríamos hacer esperar a Valentina, a quién había citado en Ivy.

Aquella tarde ocupaba ropa de Daniela, misma que no había dejado de mirarme insistiendo en que sus prendas me quedaban mejor que a ella. Alegando lo contrario llamé a Roi para confirmar nuestro punto de encuentro, perdiéndome en mis pensamientos sobre las calles de Los Ángeles.

¿Qué iba pasar de ahora en adelante? No es que me importara mucho Susei pero había cruzado la línea conmigo y no era algo que iba a permitir de nuevo. Aunque Bel Air era mi lugar favorito hasta que conocí a Daniela, no quería dejar de habitarlo, no por un capricho, solo era cuestión de que eso era mío y no se lo dejaría tan fácil a la interesada esa, que bien sabía por que lado atacarme.

Suspiré mirando al cielo, tratando de evitar el pensamiento que segundos después se vino a mi cabeza.

Si estuvieras aquí, repetí mentalmente un par de veces, hasta sentir la mano de Daniela sobre mi pierna buscando una de mis manos. La miré y en seguida evité el contacto con sus ojos, no iba a soportar mucho. Entrelacé mi mano a la suya y sosteniéndola con fuerza volví a suspirar.

Pasaron algunos minutos antes de que su celular comenzara a sonar, mi cabeza se había distraído en la imagen de la mujer que tenía a mi lado, que con el simple hecho de verla podía cambiar mi perspectiva de absolutamente todo.

Observé el restaurante frente a nosotros cuando aparcó antes de terminar la llamada, se había quedado un par de metros atrás del valet.

—Entiendo, voy a ver su puedo ir en este momento —su conversación hizo que la mirara expectante, —Lo sé Taylor, voy para allá —ese último comentario logró enmarcar una de mis cejas; su celular terminó sobre sus piernas y con una mano sobre el votante se giró en mi dirección.

Esperé paciente su explicación por lo último dicho, hasta ver por fin la camioneta que conducía Roi, de la que salía Valentina.

—Tengo que ir rápido a Neptuno a encontrarme con Taylor, ¿Puedes esperarme aquí y regreso por ti? —preguntó pensándose sus palabras, ella había elegido Ivy porque además de que saludaría a su amiga, comeríamos mientras platicaba con Valentina sobre la noche anterior la noche anterior.

Neptuno 26 | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora