Copacabana

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Aún desconcertada por el lugar en el que me encontraba bajé del avión hasta salir de la sala de llegada. Un recuerdo llegó a mi mente del momento en el que había tomado un destino equivocado. Aunque en mi cabeza eso era imposible ya que la misma seguridad del aeropuerto verifica los nombres y los destinos con el avión que se abordaría esa vez había sido mi culpa. Y culpa de un segundo camino que me llevaría a un avión incorrecto.

Ahora estaba más lejos del lugar en el que tenía pensado pasar el resto de la semana.

Evitando culparme más por la poca atención puesta en el vuelo tomé el móvil y enlacé una llamada con Victoria, para avisarle la visita improvisada a Brasil.

-¿Hola? -habló ella pareciendo haber despertado apenas, -¿No venías en un avión?

-Así era, hasta que aterrizó, ¿Podríamos posponer la junta?

-¿Qué sucedió? -dijo la mujer cambiando el tono de su voz.

-Parece que me equivoqué de avión y aterricé en Río de Janeiro -informé, -No me preguntes por qué ya que ni yo misma lo sé, entonces, en lo que busco un nuevo vuelo me sigo retrasando dos días.

Un suspiro pesado se escuchó de su parte hasta que respondía.

-Tranquila, ¿Acabas de llegar? -confirmé -Tú espérame ahí, pensaba en salir de vacaciones después de que nos viéramos, pero tú me trajiste las vacaciones así que mañana viajo a primera ahora para allá -comentó con naturalidad.

-¿Estás segura?

-Si Dani, apenas llegue me comunico contigo -fue lo último que dijo antes de cortar la llamada.

Desconcertada por su reacción arrastre la maleta hasta la zona de comida para ocupar una de las mesas disponibles.

No tenía a dónde llegar y mucho menos si quería pasar esos días en ese destino por los recuerdos que me traía; Juli y luego Poché.

Abrumada me puse de pie dejando la maleta debajo de la mesa, caminé hasta una tienda de autoservicio para pedir una soda, el calor comenzaba a molestar mi cuerpo.

Cuando volví traté de buscar la mesa en al que había dejado mi equipaje, pero no estaba.

Miré a mi alrededor preocupada por lo recientemente ocurrido, pero todo parecía estar en orden. Las personas caminaban por el aeropuerto, algunas pidiendo comida rápida y uno que otro guardia haciendo su chequeo de rutina.

-Mi maleta -pronuncié para escucharme. Con rapidez llegué a la mesa vacía preguntando a las personas de lado si habían visto que se acercara alguien más y solo negaron.

Volví a mirar a mi alrededor y de nuevo ningún sospechoso.

La rabia y la impotencia de empezaron a apoderar de mi cuerpo, ¿Por qué tenía que ser tan estúpida?

Inmediatamente busqué en mis pantalones el pasaporte, descolgué el bolso de mano de mi pecho y lo busqué, seguía sin aparecer, ni la visa, ni la cartera ni las tarjetas, solo tenía el celular.

-Maldita sea -maldije tomando asiento sin querer llamar la atención de las personas, -Todo estaba en la maleta -repuse sintiendo como mis ojos ardían dando pauta a un llanto que salió sin mi consentimiento, ¿Ese día podía ser peor?

Me levanté con prisa para llegar a un de los oficiales, mismo que me trasladó con la oficina de seguridad para revisar el vídeo de lo sucedido.

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Después de una hora de charla y molestia de mi parte por la inseguridad dentro del aeropuerto me quedé sin absolutamente nada, los insuficientes no pudieron hacer más que quedar en llamarme para programar una cita y resolver lo de mis cosas extraviadas.

Neptuno 26 | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora