7. Guantes

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Daniel
Juego 2: Yulje v Shadow Valley

Siempre he disfrutado que me llamen imbécil.

Es una sensación tan refrescante que hace que una risa burbujeante suba por mi garganta. Me encanta la atención y que alguien te llame imbécil es porque te has metido tanto con él o ella que no tiene más remedio que darte toda su atención.

Que todo un estadio te llame imbécil o similares es simplemente hilarante. Íbamos ganando como visitantes, yo también me llamaría imbécil.

Matthews, el quarterback de Yulje, se detuvo para mirarme fijamente desde el otro lado de la línea. Era aún muy joven y lo había llamado bebé desde el primer minuto, para este punto no debería sorprenderle que yo estuviera sonriendo ampliamente como si anduviera en un picnic a través de mi casco pero él se sorprendió.

— Idiota — dijo él, sacudiendo su cabeza.

Me reí, incluso llamando la atención del resto de la línea ofensiva.

— Él me llamó idiota — le dije a Guadamosi a mi lado.

El castaño, demasiado acostumbrado a mi juego también se rió.

— Lo sé, que básico.

¿Que es lo peor que podía darte un rival? Su atención. Dejar que se meta contigo. Yo me comportaba como si esto fuera un picnic porque decidí que esto sería mi picnic. Ellos jugarían a nuestro juego y el marcador final no mentiría.

Con un profundo suspiro y lo que debió ser un regaño de parte de su coach, el chico sacudió sus hombros y se alineó frente al balón. Entonces me concentré en los receptores, no tenía que permitirles avanzar ni media yarda, miré brevemente hacia mí izquierda donde mis compañeros Cho y Casillas estaba teniendo su propio juego contra sus ofensivos. Perfecto. Entonces yo solo debía tapar el hueco para que el fullback no decidiera correr por el centro.

— Hut, huuut — incluso la voz de Mathews era aguda como una ardilla con helio.

Novato.

En cuanto inició la jugada vi como se decidía a lanzar sin siquiera un amague a un pase por tierra, vi como el balón volaba en el aire sin alcanzar a nadie porque mis chicos estaba habiendo su trabajo con los receptores.

Sonreí, pero entonces fui golpeado de lleno por su tacle nariz hasta terminar hundido en el suelo debajo del voluminoso cuerpo enojado. Digo sé resistir un golpe, he entrenado para recibir peores y he sido admirado por mis firmes músculos por todos. Pero el hombre salió de la nada aún después de que la jugada se terminara.

— Imbécil — gruñó el hombre, que sí, ciertamente era de quien me advirtió Lara.

Draymond Smith.

Apreté mis labios y esperé hasta que los silbatos de los árbitros sonaran para sonreírle al gran cara de mierda. Porque era un golpe tardío. Ja.

— Actitud antideportiva. Ofensiva. Número 77. Diez yardas de penalty. Tercer down — anunció el árbitro central a través de los altavoces del estadio, trayendo otra oleada de abucheos del público. Smith se quejó calurosamente.

— ¿Tienes algo que hacer más tarde? — le pregunté al hombre con sorna, mientras aceptaba la ayuda de mis compañeros para levantarme — ¿O entonces por qué la prisa? Yo podría hacer esto toda la noche.

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Bianca

Nunca fui fan del equipo, he de confesar. No me importaba el fútbol o los jugadores apesar de que mi hermano fue desde la secundaria un mega popular atleta con proyección para llegar al profesional en su tercer año. Habían cosas mucho más importantes en mi vida en las que pensar y hasta hacía unas semanas no había comprendido la diferencia entre un holding y un grouding. Pero luego de observar de cerca a esas personas que sufren, respiran y viven el fútbol es difícil no compartir parte de la euforia que se siente luego de ganar un partido.

Touchdown en tu corazón Kde žijí příběhy. Začni objevovat